miércoles, 14 de julio de 2021

HISTORIA DE UN CORAZÓN SOLY MEDINA


                                           
                                               HISTORIA DE UN CORAZÓN
Había una vez, un corazón noble y bueno que buscaba ansiosamente un cuerpo donde habitar, había sobrevivido a tantos y tantos disgustos, decepciones, avatares de la vida, porque siempre le había tocado gente sin escrúpulos.

Pero aún así, seguía su búsqueda. Un día encontró a una mujer llorando, necesitaba un corazón, se apiadó de ella y confiado se entregó. Al pasar el tiempo, fue madre, pero incapaz de asumir su responsabilidad, abandonó a su bebé, quería ser libre, sin ataduras.

El corazón amargado y triste vagó solitario, pero de nuevo volvió a encontrar a un señor que se quejaba de su suerte, y para colmo estaba algo enfermo, necesitaba un corazón. Prometo, decía, si logro encontrarlo, trabajaré, me haré rico y ayudaré a los demás. El destino quiso que se cumplieran sus deseos, hizo una fortuna, además ya no se fatigaba, no sentía cansancio, estaba muy agradecido a aquel corazón, que de nuevo le dio la vitalidad, las energías y las ansias de vivir. Pero a medida que su riqueza iba creciendo, su avaricia, su maldad y sus aires de grandeza iban en aumento, había perdido la humanidad y el cariño por el prójimo, y aunque el corazón le dictara cosas buenas, él hacía caso omiso a sus consejos.

De nuevo, triste y desconcertado, volvió a emprender su camino solo, pero sin perder la esperanza en que buen día se le cruzaría alguien merecedor de este corazón.

Más, un día encontró a una señora mayor, necesitaba para vivir, desesperadamente un corazón, sin pensarlo dos veces, contentó se entregó, pero el alma de la señora, no su cuerpo, lo rechazó, y le habló al corazón; Sé que has venido a mí para darme la vida, pero yo te ruego que se la des a alguien que quiero más que a la mía propia; es mi nieto. Nació enfermo y necesita de ti, yo ya he cumplido mi misión en la tierra y él comienza su andadura por la suya. El corazón quedó emocionado ante tanto amor, un amor inmenso, tan grande como para dar su propia vida, entonces sonrió y dándole gracias a Dios, emprendió muy feliz su camino, alguien lo esperaba, alguien muy especial, era, era ese niño.           
                                                                                            SOLY MEDINA ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario