LA SUELTA
Por allá por el establo
se oyen mugiendo las vacas
que tiran de las estacas
a la llegada del diablo.
El pueblo es todo un retablo
que al calor del “veranillo”,
le hacen al miedo un pasillo
que, bajando de los valles
va haciendo suya las calles
del pueblo de Valsequillo.
Entre gritos de quebranto
y el sonido del cencerro
ya está ”la suelta del perro”
reproduciendo el espanto.
La noche tiende su manto
en las risas del tropel;
el entusiasmo a granel
alcanza a propios y extraños;
que así celebran por años
la noche de San Miguel.
Guadalupe Santana Suárez
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