coplas
de almíbar y miel
ni
decir que eres vergel
aunque
alguna vez lo fuiste.
Te
reconozco en el triste
caminar
del campesino
y
en ese estrecho camino
que
es un sendero hacia adentro;
en
el silencio te encuentro
de
los viejos marineros
que
transitan los senderos
de
la mar y sus entrañas,
y
acogen a las extrañas
gentes
que vienen de afuera;
te
reconozco en la estera,
en
el libro y en el sacho
y
en ese triste muchacho
que
busca a quien parecerse
porque,
a fuerza de creerse
menos
que otro en esta vida,
el
pueblo canario olvida
que
es pueblo, y que sus costumbres
deben
ser luz que le alumbre
en
su andar hacia el futuro.
Y
es mejor lento y seguro...
Nos
ganamos, por pausados,
títulos
de aplatanados.
Y
cuando hubo cultura,
que
nos colocó a la altura
de
arrancarnos los complejos,
nos
miramos en los viejos
y
anduvimos con la gente,
quedando
como prudentes
en
el decir y el obrar
porque
quien supo escuchar
entendió
lo que dijimos.
Y
casi nunca tuvimos
por
sabio a aquel que se explaya,
porque
el que sabe se calla.
¡Oradores
pocos fuimos!
Te
reconozco en el patio,
en
los geranios, las lajas,
y
en aquellas horas bajas
de
sol oliendo a café,
cuando
a mi abuelo se ve
venir
arrimando a casa
y
mi abuela con la taza
echando
humito lo espera
sentada
en la cantonera
como
cuando era una moza.
Te
reconozco en la choza,
la
dulce sombra y la roca
con
que Estévanez convoca
a
tu esencia en el terruño;
te
reconozco en el puño
de
gofio que mató el hambre
y
en este anónimo enjambre
de
seres que se levantan
a
trabajar y que cantan
porque
son pueblo sin más.
Y
el cadencioso compás
de
aquellas viejas tonadas,
aunque
fueron heredadas,
en
nosotros se enraízan.
Se
ahonda y se ralentiza
la
vibrante malagueña.
Y
cada nota se preña
de
sentimiento y ternura
en
la folía que apura
el
dolor y lo sublima,
porque
al tiempo que lastima,
como
el llanto en la amargura,
es
un bálsamo que cura
los
padeceres del alma.
Y
en la sombra de la palma
te
reconozco y, a veces,
creo
que no te mereces
el
amor que te profeso
y
te dejo junto al beso
el
reproche que te hiere.
¡Solamente
a quien te quiere
se
le permite este exceso!
JULIO PEREZ TEJERA
JULIO PEREZ TEJERA
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