martes, 29 de diciembre de 2015

La sociedad teldense arropa al ingeniero Fernando Ojeda como premio Inocente del año 2015

               


La sociedad teldense arropa al ingeniero Fernando Ojeda como premio Inocente del año 2015
La Orden celebra esta noche su tradicional encuentro en el restaurante La Culata II con una amplia presencia de mujeres

De izquierda a derecha, José Báez, Carmen Hernández, Fernando Ojeda, Puri Calero e Ildefonso Jiménez, en la cena de esta noche (Foto TA)
TELDEACTUALIDAD
Telde.- El ingeniero teldense Fernando Andrés Ojeda Pérez recibe esta noche el premio Inocente 2015 en el tradicional encuentro que desde hace 21 años celebra este orden cada 28 de diciembre. Un acto afectuoso y alegre que se inició al filo de las 21.00 horas en el restaurante La Culata II de Valsequillo con el arrope de una nutrida representación del mundo cultural, empresarial, educativo, político y social de Telde, destacando una significativa presencia de mujeres.
El señoras y señores sonó hoy más fuerza que nunca en la cena anual de la Orden de los Inocentes de Telde. La presencia de mujeres se hizo notar por primera vez, después de que el pasado año Elisa Rodríguez, distinguida también en el acto de este lunes, abriera la veda y se aventura a convertirse en la primera fémina en pasar a la historia de este colectivo solidario, plural y, como se pudo comprobar este lunes, igualitario, que en la noche de este lunes, en su vigésimo primer encuentro, premió al ingeniero teldense Fernando Ojeda como Inocente del Año.
Tras una primera parte de confraternización y camaradería, y después de la actuación del músico y compositor Heriberto Zerpa -quien interpretó dos villancicos canarios de cosecha propia- tomó la palabra José Báez Naranjo, alma mater de este grupo de amigos y habitual maestro de ceremonias, para presentar al homenajeado y repasar su trayectoria vital. Una conocida y reconocida persona de Telde, enamorada de su ciudad, generoso y sencillo, dijo, y hacia el que no escatimó elogios.
De manos de Ildefonso Jiménez, premio Inocente del año 2014, Fernando Ojeda recibió la escultura Palmeras con olor a mujer -obra del prestigioso artista Máximo Riol Cimas y con la que se testimonia el reconocimiento público del colectivo-, mientras que la alcaldesa de Telde, Carmen Hernández, que asistió a la cena junto a otros ediles del grupo Gobierno, le impuso la insignia de plata de la orden. Símbolo que diseñara el fundador Fernando Bernal.
Ingeniero de profesión y especialista en temas de agua, energía y desalación, Fernando Ojeda dirigió unas palabras a los allí presentes para, con su particular toque de humor y haciendo uso de sus conocidos juegos de palabras, agradecerles la distinción y glosarles un pequeña enseñanza de la tribu africana de los Masai sobre la arrogancia y la fe.
Una parábola que versó sobre los recursos naturales y la explotación de los más débiles e inocentes por parte de los más poderosos, y que escondía un claro mensaje: dejar la arrogancia a un lado y compartir las riquezas con los más necesitados.
Como viene siendo costumbre, la velada transcurrió bajo un ambiente de amistad pero también de solidaridad, y es que entre todos los presentes se recaudaron más de 400 euros que ya han sido donados a Cáritas del arciprestazgo de Telde.
El humor también estuvo presente en la noche, especialmente durante la rifa de un cuadro valorado en 400 euros que donó la empresa Romelpe y una cena para dos personas cortesía del restaurante La Culata II. Obsequios que fueron a parar a manos de la primera regidora Carmen Hernández y del concejal Agustín Arencibia, no sin recibir algún cariñoso grito de ¡tongo, tongo! por parte de los cerca de 80 comensales que asistieron, siendo 21 de ellos primerizos en la ceremonia y más de la mitad de estos mujeres.
Durante el acto también hubo momentos emotivos como el recuerdo a los Inocentes que ya no están entre nosotros, como el también premiado en 1997 Antonio Hernández Rodríguez y que fallecía este año.
La Orden de los Inocentes se despidió emplazando a sus miembros hasta el año que viene, a la próxima reunión del colectivo que tendrá lugar el 28 de diciembre de 2016.
(Pendiente de completar reportaje gráfico)
Discurso de Fernando Ojeda, Inocente 2015
¡Buenas noches!, miembros de la Orden de los Inocentes y demás asistentes, deseo que amigos todos.
Dice nuestro filósofo Carlos Díaz: "Uno puede defenderse bien de los ataques infundados, pero contra los elogios está indefenso". Pues eso me pasa aquí y ahora. Porque Navidad y vanidad tienen las mismas letras pero en orden diferente, espero que mi ingreso no traiga desorden.
Ya decía El Predicador en Eclesiastés 1.2 : " Vanitas vanitatum et omnia vanitas” - que en lengua más cristianada quiere decir: Vanidad de vanidades, todos es vanidad. ¡Es uno Inocente del 2015!, bueno eso quiere decir que por lo menos no soy culpable, ¡sí!, no soy culpable de cumplir con todos esos elogios y buenas palabras.
¡En fin !, embargado por la emoción, embargo que prefiero al de Hacienda, decirles que el año de 1956, es para uno año de las independencias por excelencia, verán.
En orden de menor a mayor antigüedad, su excelencia el generalísimo, dio la independencia a Marruecos en abril (en la parte proporcional del Protectorado Español, pues en marzo la había dado Francia). En marzo, logré la independencia corpórea de mi Excelente Madre: ¡Nací! En febrero una persistente lluvia trae tal campanazo, que henchida de gozo y agua, una ladera del pago de Rosiana, Santa Lucía, pretende independizarse moviendo casas y saltando la clave del puente tendido sobre el barranco, con música de cañonazo. Y de la lluvia quiero contarles una leyenda de la Tribu Masai:
Las enseñanzas del Dios de la Lluvia
Un día, hace muchos años, el elefante dijo al Dios de la Lluvia: Debe usted estar muy satisfecho, porque se las arregló para cubrir toda la tierra de verde; ¿pero qué pasaría si arranco toda la hierba, todos los árboles y arbustos? No quedará nada verde. ¿Qué haría Ud. en ese caso?
El Dios de la Lluvia le contestó: Si dejara de enviar la lluvia, no crecerían más plantas y no tendrías nada para comer. ¿Qué sucedería entonces? Pero el elefante quería desafiarlo y comenzó a arrancar todos los árboles, los arbustos y la hierba con su trompa, para destruir todo lo verde de la tierra.
Así pues, el Dios de la Lluvia, ofendido, hizo que cesara la lluvia y los desiertos se extendieron por todas partes. El elefante se moría de sed; intento cavar por donde antes pasaban los ríos, pero no pudo encontrar una gota de agua.
Al final alabó al Dios de la Lluvia: Señor, me he portado mal. Fui arrogante y me arrepiento. Por favor, olvídelo y deje que vuelva la lluvia. Pero el Dios de la Lluvia continuaba en silencio.
Pasaban los días y cada día era mas seco que el anterior. El elefante envió al gallo en su lugar para que alabara al Dios de la Lluvia. El gallo lo buscó por todas partes, al final lo encontró escondido en una nube. Le dijo quién era y lo alabó por la lluvia con tanta elocuencia que el Dios de la Lluvia decidió enviar un poco de lluvia.
La lluvia cayó tal como el Dios de la Lluvia le había prometido al gallo y se formó un pequeño charco cerca de donde vivía el elefante. Ese día, el elefante fue al bosque a comer y dejó a la tortuga encargada de proteger el charco con estas palabras :
Tortuga, si alguien viene aquí a beber, les dirás que éste es mi charco personal y que nadie puede beber de aquí. Cuando el elefante se fue, muchos animales sedientos vinieron al charco, pero la tortuga no les dejó beber diciendo : Este agua pertenece a su majestad el elefante;¡no pueden beberla!
Pero cuando llegó el león, no le impresionaron las palabras de la tortuga. La miró, le dijo que se fuera y bebió agua hasta calmar su sed. Se fue sin decir más palabras. Cuando el elefante volvió quedaba muy poco agua en el charco. La tortuga intentó defenderse: Señor, soy apenas un animalito y los otros animales no me respetan. Vino el león, y yo me aparté. ¿ Qué podía hacer ? Después de eso, todos los animales bebieron libremente.
El elefante, furioso, levantó la pata sobre la tortuga con la intención de aplastarla. Afortunadamente, la tortuga es muy fuerte y pudo arreglárselas para sobrevivir. Pero desde entonces la tortuga tiene su parte inferior plana. De pronto todos los animales oyeron la voz del Dios de la Lluvia que les decía: No hagan como el elefante. No desafíen a los más fuertes, no destruyan lo que puedan necesitar en el futuro, no pidan a los débiles que defiendan su propiedad y no castiguen al criado inocente. Pero, sobre todo, no sean arrogantes y n o intenten apropiarse de todo; permitan que los necesitados compartan su fortuna.

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