sábado, 12 de diciembre de 2015

La sabiduría popular

La sabiduría popularEl edil socialista Gregorio Viera agradece las muestras de apoyo a su trabajo y como colaborador del programa 'El mostrador de Ezequiel López'

El concejal Gregorio Viera, esta mañana, junto a las ediles Marta Hernández y Natalia Santana, en la Feria de la Naranja (Foto TA)
TELDEACTUALIDAD
Telde.- El concejal socialista Gregorio Viera, responsable de las concejalías de Régimen Interior e Igualdad,  ha levantado la voz contra las “burdas imitaciones” del espacio semanal de opinión que tiene en el programa El mostrador de Ezequiel López, en Radio Faycán.


Viera aprovechó la colaboración en forma de reflexión en voz alta para agradecer las muestras de apoyo a su trabajo como concejal del Consistorio de Telde, pero no quiso pasar por alto  dedicar unas palabras críticas a los que sin pudor ni escrúpulo quieren imitarle en esta misma emisora, en un ejercicio que atribuyó a que “la envidia les corroe” como le comentó días atrás una persona en plena calle.

La Pluma del Faycán
La sabiduría popular
Buenas tardes a todas y todos, gracias por compartir una tarde un comentario con otra visión, otros ojos, otra pluma, hoy  La sabiduría popular.

Esta tarde quiero aprovechar para dar las gracias a un innumerable número de personas que se me acercan por la calle y me aconsejan sobre el devenir de lo que ocurre en las oficinas municipales. Las hay de todos los colores, credos y sobre todo de distintas visiones sobre la atención, cercanía, capacidad y la gestión de lo público. A nadie se le esconde que la plaza de San Juan y sus alrededores guardan una parte importante de la historia de Telde.

Me refiero a la historia política, sobre todo, de los últimos gobiernos que han pasado por esas oficinas municipales. Personas que no había visto en mi vida y que, sin embargo, conocían la situación que tenemos y me aconsejan desde su humildad como lidiar este temporal eufemísticamente hablando.

En alguna ocasión, grandes conocedores de la dirigencia política que hemos tenido y algunos están todavía, pero lo que realmente me llama la atención, es la fuerza con la que me trasladan sus inquietudes. También algún que otro rapapolvo, pero sobre todo la confianza que han puesto para enderezar, según sus palabras, algunas actitudes poco edificantes que se dan en la vida diaria en nuestra ciudad.

Hoy sin ir más lejos, alguien que me llama por mi nombre y que sin embargo en una milésima de segundo intento ubicarle para no parecer descortés,  me coge por el brazo y me dice: Le conozco de la tele, me parece una persona seria aunque en algunas ocasiones no comulgo del todo con sus ideas, no abandone el barco, no ceje en su empeño de mejorar nuestra vida, haga lo que tenga que hacer para ordenar nuestra casa, denos alegrías para saber que esto ha cambiado algo.

Mientras le escuchaba y a velocidad de vértigo me iba ordenando mentalmente todos los compromisos, todas las promesas, todas las ideas, todos los proyectos. Sin darse cuenta me mostraba el camino trazado desde hace mucho tiempo. Hacer de lo público algo digno, coherente, transformador e innovador.

Luego balbucea algo que no logro comprender, se me acerca más y me susurra, no haga caso de aquellos que intentan copiarle, burdas copias de lo ajeno porque en lo propio están perdidos. En principio no logro interpretar lo que me decía porque se realizaba este comentario fuera del contexto de la conversación mantenida. Es su hija, una mujer joven, que ha sufrido mucho para su edad, y que refleja en su cara la esperanza por el futuro incierto y con unos ojos que delatan su soledad, la que me aclara lo acontecido. Mi padre se refiere a que hay alguien que quiere imitarle en la radio en la que usted habla. La envidia les corroe, sentenció. Se despiden de mí y van camino al Ambulatorio de Especialidades de San Juan, allí les espera el resultado de su analítica. Quité yerro a la situación, la gente no es tonta y saben que cualquier imitación no deja de ser eso meros imitadores porque su realidad les supera.

La plaza y sus aledaños siguen conservando conversaciones que darían para escribir un libro, tarea pendiente que en algún momento intentaré retomar en mi vida.

 Eso sí, quiero dar las gracias a mi amigo Ezequiel López por haber contado conmigo en su andadura en los medios de comunicación, por permitirme que un jueves sí y otro también haga mis reflexiones en voz alta y bajo la pluma del Faycán. Hace años que compartimos este proyecto, su proyecto y ahora precisamente ahora vienen algunos a imitar lo que es inimitable.

Con la Pluma del Faycán.

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