domingo, 29 de septiembre de 2013

La crítica a la sociedad actual adorna una ´Suelta del Perro´ libre de fuego

El pueblo de Valsequillo se volvió a quedar anoche pequeño para acoger una nueva edición de la Suelta del Perro Maldito. La de este sábado fue más especial que nunca porque supuso el retorno de un espectáculo callejero que en 2012 vivió un paréntesis tras el luctuoso incidente de 2011 y que ha regresado, ya sin fuego ni grúas, pero con todo el éxito y la implicación vecinal que se le esperaba.

Algo más de 3.000 personas se dieron cita en los aledaños de la plaza de San Miguel para seguir de cerca una escenificación más costumbrista y crítica que nunca y en la que tomaron parte unas 75 personas. El dispositivo de seguridad montado no tuvo que atender grandes incidentes. Entre otras cuestiones, desde primeras horas de la tarde se fue proyectando un vídeo informando al público de lo que se tendría que hacer en caso de emergencia.Ya en la medianoche, la multitudinaria representación se inició con el nacimiento de un niño del pueblo de familia humilde que tiene a sus padres centrados en el mundo de la agricultura y que queda engatusado de una niña que no le hace caso al ser de una clase social inferior. El chaval, ayudado por dos zancudos que simulan ser dos mulas, sale del pueblo con una maleta y retorna ya hecho un hombre.

A su regreso se encuentra con un panorama distinto. Su amor de la adolescencia se ha casado con el alcalde, llamado Antonio y que no tiene preparación académica alguna, y siente una especie de frustración que lo lleva a pensar que la única manera de triunfar es tener dinero y poder. Se transforma y no sigue los consejos de sus padres. Por eso se acerca al banco y saca dinero para comprar la escuela, la sanidad y hasta el alcalde, a quien le da dinero en sobres.

Así es como este chico, llamado Pepe, se convierte en diabólico, en el diablo, en el perro que anda suelto. "Sin mí no son nadie", dice eufórico mientras trata de ir controlando todo su mundo y las cosas que atraen a la gente: el dinero, el capitalismo, la droga, el sexo. A partir de ahí, el espectáculo evoluciona hasta que concluye con una frase demoledora: "el perro seguirá suelto otro año, aunque lo amarren con verguilla". Tras 35 minutos de teatro en estado puro, el can queda campando a sus anchas según publica La Provincia

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