viernes, 13 de septiembre de 2013

Dos escaleras para bajar al crucificado

Dos escaleras para bajar al crucificado, un grupo de hombres que lucen en sus ropas la estampa del Cristo y el nombre del Santo Cristo de Telde a sus espaldas, suben hasta la Cruz, para, como lo hicieran en aquel Gólgota del último suspiro donde todo se había consumado, desde donde perdonó a la humanidad, en aquella amarga tarde de despedida del Hombre que bajó los ojos sin que entendieran su silencio, su soledad, ante la humillación, el escarnio y la negación de sus hechos, ese Cristo crucificado, ha vuelto a bajar y desde esta noche del jueves 12 de septiembre regresa para estar entre sus gentes.

El Cristo del Altar Mayor de Telde, como cada año, vuelve a estar más cerca del pueblo que le venera; su imagen, besada, acariciada y con las lágrimas contenidas esperan con fe su cercana presencia. No muy lejos queda ese otro día dedicado a la Virgen, Nuestra Señora del Pino, dos celebraciones que desde el corazón de la isla, la Villa Mariana de Teror, y esta noche desde Telde, al costado este de la isla, casi se dan la mano para que romeros, peregrinos, devotos y feligreses cumplan con sus promesas y plegarias elevadas al cielo por mediación de sus santos.


Templos que bajo sus naves las gentes acuden con la fe necesaria para rezar, dedicar una oración, asistir a la solemne misa, implorar una pequeña ayuda, un aliento de vida y esperanza, un apoyo para seguir el camino, otra escalera para seguir superando los problemas que en estos tiempos nos inundan el alma, y que los más necesitados de salud, de economías y justicias sociales, vean un poco mejor y más esperanzador el horizonte de futuro que en estas circunstancias se nos hace largo, tedioso y desesperante.

Una emotiva Eucaristía en el que el sacerdote presidiendo la liturgia, en la homilía habla de la fe, la fe en el Cristo que celebramos, año de la fe que se inicia en octubre de 2012 y concluirá el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo. Un valioso legado del Papa Benedicto XVI: la celebración del año de la Fe.

“No pierdan la calma, crean en Dios y crean también mí” reza en el programa religioso de la Bajada del Santo Cristo de Telde, y en la calma, en la devoción y la fe necesaria, puesta en la imagen de su Cristo de Telde, buscando un hueco para besar, tocar, o simplemente observar muy de cerca la serenidad, misericordia y perdón que mana su rostro. Ya es bastante para quedar en paz, para seguir en calma los caminos de vuelta al hogar, para seguir con ese recuerdo, subiendo los peldaños de esa escalera de la vida que Él, Jesús de Nazareth, con menos culpa, nos dio el ejemplo de Vida, de fe en el Padre, comprendiendo, sanando y perdonando a sus propios enemigos. El Jesús de las bienaventuranzas, del Padrenuestro, el que vino a servir y no a ser servido.

Santo Cristo de Telde, Cristo del Altar Mayor, el de la imagen de los tarascos que llegó de la otra orilla atlántica, desde esta noche y por poco tiempo le tendremos cerca, muy cerca, casi le podremos susurrar las penas, alegrías, felicidades, dolores, temores, tristezas, fracasos, éxitos, bienvenidas, despedidas, y más asuntos humanos que, con la Palabra, la suya, nos describió cada una de ellas, sensaciones, inquietudes, experiencias, y como hombre, con los pies sobre la tierra de este mundo, nos dejó su mensaje de paz, amor y misericordia que derrama por todos los poros, heridas y llagas de su piel, sobre esa cruz que hoy su pueblo ha bajado, desde el Altar Mayor de la Basílica de San Juan Bautista de Telde.

AL CRISTO DE TELDE
Cristo del Altar Mayor
Manos indígenas moldearon tu cuerpo
cimbreado en caña, encarnado en materia
de pulpa, mazorca de millo y madera.
Tu cabeza inclinada con voluntad resignada,
Santísimo Cristo de Telde, en tu Altar Mayor,
mira este pueblo, que en tu presencia,
suplica tu perdón e indulgencia.


Cristo de las Aguas
Llegado del otro lado del océano infinito,
por corrientes atlánticas, en largo viaje
a esta costa isleña, perdido, arribaste peregrino,
tu puerto en esta isla fijaste, misterioso destino.
Te pedimos el agua de lluvia que del cielo cae,
bendice a estas gentes que con fe te imploran, y
en las calles ante tu presencia te lloran.


Cristo de la Misericordia
Invocan tu aliento, Hijo del Altísimo,
la misericordia divina que tu faz emana,
la preciosa ofrenda de tu sangre al Padre,
en estos valles se oyen los lamentos,
afligidos por el mal, el dolor y la pena,
de los que de ti esperan clemencia
ante tanto sufrimiento.


Cristo de la Consolación
Ayúdanos a seguir el camino,
danos el valor para levantarnos,
y en la soledad, la aflicción y
desesperación, sé nuestra consolación.
Mira tus hijos, cansados, errantes
por este valle de lágrimas, te claman
consuelo como penitentes.


Amparo del Navegante
Tú que anduviste las aguas del mar,
refúgianos al abrigo de tempestades,
guíanos en nuestro periplo marino,
líbranos de las crueles galernas,
sé la luz lejana del faro,
que nos avisa del rumbo seguro
y siempre arribar bajo tu amparo.


Consuelo del Agricultor
Extiende tu huella sobre estos campos
y al paso de tus heridos pies,
elevamos nuestras miradas al cielo,
imploramos tu gracia y derrames los dones
del agua, el aire, el sol, fecunda
esta tierra, que espera sedienta
el milagro de tu divina complacencia.

Santísimo Cristo de Telde
Venerado por tus hijos,
tu cuerpo en la Cruz inmolado,
protege a tu pueblo, a tus islas,
y a los que con devoción llegamos
desde otras latitudes,
a tus pies postrados,
suplicando derrames la paz
que nos anunciaste,
sobre este mundo difícil,
sobre este mundo en conflicto,
sobre la humanidad, tus hijos
que en Ti confiamos.
¡VIVA EL CRISTO DE TELDE!
Jesús Ruiz Mesa

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