miércoles, 8 de mayo de 2013



PADRE BÀEZ
unaoportunidad para el campo:

Con quinientos mil parados en las islas tabaiberas, sería muy interesante, le dieran una oportunidad para reducir el número de parados (sin ningún miembro de la familia
trabajando, hay unas doscientas mil familias), digo, que si la dejaran trabajar en el campo, seguro que drásticamente esos números no solo se reducirían sino que desaparecerían. Todo será cuestión de probarlo, y ver el resultado. Puede que nadie se vuelva rico, ni siquiera se exporte nada (¡ni falta que hace!), que lo que se pretende es reducir a cero el paro y que haya comida en todas las mesas. Esto que propongo será tan cierto como Dios que está en el cielo: de inmediato: habría trabajo (desaparecería el paro), y habría comida de sobra. Si no se hace es porque el egoísmo del cabildo pasa por importar de todo, no dejando tocar la tierra, ni cuidar un animal, para traerlo todo de fuera y así quedarse ellos con el dinero de la aduana o peaje por el puerto y aire. No le interesa los camiones lo traigan desde los campos al mercado, porque así se quedan sin el chollo de las importaciones. Y son tan cínicos (o perrunos), que prefieren el pueblo se vuelva loco, se deprima, se suicide, se marche fuera (emigre), etc., antes que dejarlos sobrevivir trabajando la tierra (agricultura) y cuidando animales (ganadería). Si los políticos optaran por esta propuesta, y dieran una oportunidad al campo, éste nos sacaría de la miseria, del hambre, de la crisis. Para ello, solo hace falta que los gobernantes, dejen volver a la tierra a todo el mundo; que ella, nos sustenta y alimenta; agradecida, no deja de morir a nadie de hambre, porque ella es fuente de alimento. Por tanto, hago un llamado a los sordos que no me van a oír aunque me lean, para que se llegue a un acuerdo con miedoambiente, el seprona y el cabildo, para que no multe a nadie por ganarse la vida trabajando en el campo, ya sea en la tierra o con animales, que les dejen trabajar, sin multarlos; y ¡se acaba la crisis, el hambre, el paro, las tragedias, las depresiones, etc., etc. Para poner fin al hambre, solo hace falta dejar volver al campo a trabajar a la gente desprotegiendo toda la basura que tiene  protegida. Hay que llegar a un acuerdo, para que no molesten a los campesinos y vuelva la comida a las mesas, y el trabajo a los hogares. De hecho, lo que propongo, no es ninguna novedad, dado que es histórico, que desde que el hombre pisó la tierra, se alimentó de ella, si la trabajaba –como así ha sido-. Hay pues, que ayudar al pueblo, a que se autoabastezca y sobreviva, y que las instituciones, no vean en simples y honrados campesinos, a asesinos o criminales, no los crean terroristas, ni narcotraficantes, sino gente normal, que solo lucha por comer y sobrevivir. De lo contrario, la clase dominante y gobernante, la administración y el poder está ejerciendo una violencia terrorífica, que mata de hambre al pueblo y lo sume en la mayor de las pobrezas, teniéndolos parados, y sin trabajo, cuando la tierra da trabajo a todos, y es fuente de riqueza y de comida. Deben pues, dejar de devastar al pueblo, y al campo que se embosca y asilvestra y no da nada. La presión que ejercen los del poder sobre el campesinado, está vaciando el campo, porque se vienen a las grandes poblaciones, cuales desplazados, con las consecuencias para la salud, y para la misma sociedad supone ese amontonamiento de gente parada entongada en casas que suben hacia las nubes, un gravísimo problema sociológico, con mil ramificaciones y ninguna positiva, con nostalgia del campo abandonado por la presión del cabildo ejercida a través del miedoambiente y por el seprona. Tienen que cambiar y desaparecer los que son políticos, unas leyes tan absurdas, que no te dejan ni segar la hierba, ni proteger lo sembrado o plantado con una simple valla, o levantar una piedra caída de una pared, y ello, por poner tres ejemplos, y no los más llamativos, que por vergüenza no los pongo. Y digo verdad y solo Dios lo sabe (que hay casos y cosas asombrosas y de no creer, y son ciertas: abuso, atropello, acoso, etc., que no es el caso repetir lo que tantas veces hemos dicho en diferentes comentarios). Es decir, para promover el empleo, está el campo, que nos daría un muy buen desarrollo económico. Pero, se da la triste circunstancia, que no hay acción alguna en el campo, en la que la injerencia cabildicia, no meta las narices con multa seguida de la inspección y el repetido sonsonete: “¿tiene usted permiso  (el Domingo último de abril en Fataga, un señor  (C. M.), que delante de su casa en su propio huerto planta: papas, coles, lechugas, acelgas, pimientos, tomates, etc.), el seprona  -dos motos- le preguntan si tiene permiso para plantar de todo eso...?). Te obligan a pedir permiso, hasta para lo más nimio y absurdo, metiéndose en asuntos privados e internos, de lo que se hace en la privacidad de sus tierras cualquiera; y que de tal modo es la cosa, que al cien por cien, todo el mundo anda con mucho miedo y temor, terror y pánico, por las elevadísimas multas que irracionalmente  ponen a pobre gente inocente por el simple hecho de buscar la comida en la tierra, y hacerlo con el sudor de sus frentes. No te toleran absolutamente nada, todo esta prohibido. Los vecinos que a su vez han sido multados llaman  a al miedoambiente para que multen por lo mismo al vecino y así igualarse en las desgracias, desde el analfabetismo de quienes sin consideración, y porque a él también, y todos caigan, sin protección o defensa alguna casi siempre te cogen con las manos en la masa). Se acusan unos a otros y ellos multan, sin más. En nada te ayudan los que están por arriba, solo te dicen: son leyes y usted no la cumplió, y nada se puede hacer sino pagar (ellos cobran de esas multas, por eso, no hay forma o manera que te quiten ninguna, ¡ni pensarlo! No es justo, ni hay justicia; es una clara injusticia, que clama al cielo.

El Padre Báez.

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