domingo, 19 de mayo de 2013


El Padre Báez.
La cruz del campo:

Después de siglos dando de comer el campo, y sosteniendo una gran economía con sus productos diversos y variados,
a la par que trabajo de sobra, el campo ha venido a menos, a nada, y se han transformado aquellas grandes industrias productivas de la ganadería y de la agricultura, en estos cincuenta últimos años, de forma progresiva, hasta llegar al presente, con el desvío del campo como pista de carreras, sin otro bien, con unas consecuencias tan negativas, que aún están por verse sus resultados, aunque hay señales de la gran tragedia de dicho cambio. Bien sobrados de carreteras y de buen asfalto, pero sin camiones de nada que circulen por ellas, por el campo, de donde en otros tiempos eran como los barcos ahora. Empresas que han desaparecido en el sector primario, cambiadas por turistas y ahora por deportistas llamados atletas. Da pena ver que en la superficie de la isla gran tabaibera, nada se cultiva, salvo pistas de atletismo por todas partes, sin mas negocio que para cuatro, pues el empleo galopa a esa misma velocidad, sin que ningún trabajo lo pare, y crece de día en día. Cada familia tenía su finca, y así toda la geografía producía al menos para la subsistencia, y según extensión, para la exportación. Ahora, ni una ni otra. Se ha abandonado la tradición, la herencia, el siempre se ha hecho así, por correr y proteger todo, y nada cosechamos. Cada familia, era una empresa pequeña, exportara o no, pero ahora nada de nada. Todo el mundo trabajaba responsablemente, ahora esperan que Cáritas les dé de comer con comidas traídas o llegadas de fuera. Teníamos así una gran industria, que el cabildo ha desindustrializado, desapareciendo puestos de trabajo, trabajos que se pasaban de padres a hijos, pero que el cabildo –repito- ha desaparecido. El cabildo ha cambiado un trabajo de siempre por la innovación de un deporte de cara al turismo que lo suplanta o sustituye, dedicando lo que era campo de siembra y cultivo, para el paso de presuntos atletas; antes, de bestias. Todo estaba organizado; ahora corren por todos lados, sin más, como locos, sin rumbo. En los planes del cabildo solo están los de llenar lo que queda libre, de: cardones y tabaibas, sin renunciar al pino, que siguen cada día a más y más a pesar de no producir nada, absolutamente nada, sino fuego si llegara el caso. Teníamos una población campesina activa, muy activa, que ha pasado a pasiva, muy pasiva. Dejaron primero el campo por el sector servicio; ahora el campo sirve para correr extranjeros, con algunos naturales como cebo. Entonces, se trabajaba a tiempo completo, de sol a sol si hacía falta; ahora tumbados al sol, sin dar golpe, esperando les den de comer, y el campo protegido y dedicado a la reforestación y al deporte absurdo de correr. El cabildo, despidió a todo trabajador del sector primario, es decir a todo aquel que trabajaba en el campo. Han cerrado el campo y han llenado los pueblos de mercadillos, con productos de fuera. Se le ha imposibilitado al hombre del campo, para que trabaje en el campo. Han recluido en el campo a los campesinos, en sus propias casas, donde permanecen encerrados. Y no, no se restaura el trabajo del campo en el campo, sino que el campo permanece protegido de los campesinos que son tenidos por la clase política y gobernadora, como depredadores del mismo o terroristas del terreno. Y la tasa de paro, no deja de crecer y subir, teniendo tierra donde emplearse; pero, no se le permite volver a la tierra. El campo, se ha convertido en un desierto, donde no se ve un trabajador (salvo el seprona y el miedoambiente, brazos ejecutores del cabildo represor). La juventud emigra, a cultivar campos en el extranjero, que nos mandarán la comida, a precio barato, pero caro –muy caro en salud- en medicinas después. La salud, se la están cargando: los que quedan, queda en depresión y comiendo veneno, y los que se van, se van  llenos de nostalgia y con sueldos de miseria. Se dispara el desempleo, y se vacía el campo; los pueblos ya son fantasmas, sin nadie en ellos. No se crea empleo. Se cierran explotaciones. No hay bienestar social, tampoco estabilidad social, hay una gran crisis social. Crece el índice de pobreza. Hasta los que trabajan, son pobres. Por mucho que se trabaje, ya no se alcanza para vivir con dignidad. Los hay que trabajan y van a Cáritas para poder comer. No, no hay progreso alguno; se retrocede. Todo el mundo ya, compra barato, en Áreas Comerciales baratas de basura. No hay –ni puede haber recuperación, con el campo cerrado, prohibido, vigilado- alguna. Cada vez se consume menos, y a menos que se va. Los productos más baratos, y de peor calidad. Vivimos en una vertiginosa degradación a todos los niveles. Se rompió la estructura básica, y todo se derrumba, se viene abajo. Nada exportamos, todo lo importamos. Nuestra dependencia es total y absoluta. Y no hay estrategia alguna que la de declarar la isla campo de carreras para presuntos atletas; y tampoco hay una alternativa, sino seguir con el campo cerrado y multar al que se atreva desobedecer y plante algo o tenga un animal. Mientras, el cabildo muy seguro en su plan de seguir reforestando la isla de árboles y arbustos estériles, sin otra salida, sino plantar y plantar lo que no da de comer, sino que se come la tierra, envenenándola de paso: ¡terrible desgracia!

El Padre Báez.
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