lunes, 31 de diciembre de 2012

FOTO DE JESÙS RUÌZ PARA TELDEENFIESTAS
FELIZ AÑO NUEVO 2013

por Jesús Ruiz Mesa

Al cerrar el último apunte en este 31 de diciembre del 2012 que ya dejamos para la historia reciente de este siglo XXI, un mes largo con cinco sábados y cinco domingos, un mes al que llegamos con las premoniciones consabidas y que hemos superado sin más pena ni gloria, eso sí muchos recortes, que el prometernos y desearnos todo lo mejor en el nuevo año que ya comienza a partir de las doce de la noche, con las campanadas que en esta parte del mundo celebramos a bombo y platillo, marcando los cuartos, viendo como la aguja más larga de ese reloj que nos convoca a estas horas, en cualquier plaza, bajo las torres campanario de nuestras iglesias, con la esfera de un reloj que despide y recibe ese primer segundo, del primer minuto, de la primera hora, y primer día del recién estrenado año, las dos agujas apuntan al cielo, entramos en januarius, dedicado por los antiguos latinos a Jano, deidad representada con dos rostros que miran, hacia el pasado y al porvenir. Pues, dejemos el pasado en la noche vieja de los tiempos y entremos en la nueva andadura del 2013. mas fotos pisa aqui


Un misterio este del tiempo que es nuestro mejor aliado para reconocer que cada nuevo día que vamos a emprender debemos estar agradecidos, al ser superior, al destino, en cuya fe nos ayuda a soportar las vicisitudes y contrariedades que la vida en esos mismas estancias del tiempo nos sorprende, a la esperanza de tomar fuerzas, cargar las pilas y continuar, compendio de todas estas premisas en las que albergamos nuestras creencias, evoluciones y potencias, las del alma y las del cuerpo, un destino tan misterioso como el de la propia inexorabilidad del tiempo, en cualquier época, un antes, un ahora, y un después, las tres medidas de la memoria en las que apoyamos nuestras experiencias, y bien, regular, o mal, obtenemos lo que de ellas hemos aprendido.

Ante esta nueva frontera pasamos a otra hoja del calendario, una primera medida de 31 días, para continuar orbitando los 365 restantes por la singladura del sistema solar en la que hace mucho, mucho tiempo, casi los 4.500 millones de años, comenzó a crearse el planeta que hoy habitamos, a 150 millones de kilómetros de esa estrella, fuente de energía y de luz, el sol que nos calienta y lo hemos convertido en un referente físico, potencial, esencial y eterna, que tenemos para mucho tiempo, necesario para nuestra propia vida y la del conjunto planetario del que formamos parte en una de las orillas del océano cósmico.

Hemos superado la fecha rodeada de agoreras noticias del fin del mundo, las predicciones de las lecturas traducidas sobre las grabaciones en la estela de la civilización maya, coincidentes con el tiempo del solsticio de invierno, de una fecha poco menos que apocalíptica, 21.12.2012, la llegada del anticristo, simbolismos que en ciertos grupos han dado origen a paranoias producidas por el advenimiento de tales eventos, la previsión de refugios antinucleares, con toda clase de comodidades para hacer más llevadero el apocalipsis, las peregrinaciones a los lugares identificados como mágicos, en espera que desde las profundidades emerjan extraterrestres en naves espaciales que transmitirán la verdad y conducirán a los elegidos a otros mundos más evolucionados, como si en el pasado siglo XX no hubiésemos tenido bastante con las catástrofes bélicas de dos conflagraciones mundiales, y otras tantas, causadas por guerras civiles, conflictos fronterizos, genocidios, atentados terroristas, explotación del hombre por el hombre, hambrunas, epidemias, y desastres naturales, los jinetes del Apocalipsis cabalgaron a sus anchas por el planeta. Crisis, situaciones de crisis que nos llegan desde todos los frentes, que se prolongan hasta el día de hoy, y ver la realidad no es pesimismo, es cuestión, de una vez por todas, tomar las riendas del asunto y empezar a vislumbrar un horizonte más esperanzador.

Con el cambio de ciclo espiritual anunciado por los mayas, puede que tuvieran razón al predecir la necesidad de dar salida a este mundo de miedos, desastres, en el paso de una civilización a otra, con la superación del ser humano, conseguir la armonía en el equilibrio de las conciencias colectivas de la Humanidad. Entrar en un nuevo ciclo, sin profecías, mitos o leyendas, respetando precisamente el mensaje cultural que su evolución intelectual les ha permitido en cada una de las civilizaciones, para saber su historia y a nosotros mismos, conociendo e interpretando las propias escrituras, creencias de sus protagonistas y su paso por este planeta sin volver a cometer los mismos errores.

Entremos en este nuevo ciclo anual del 2013, o para los supersticiosos 2012+1, con buen pie, con las ilusiones y esperanzas renovadas de continuar deseando lo mejor, cada segundo, cada minuto, cada hora y cada día de esta nueva etapa, por el tiempo que nos ha permitido llegar ante esta puerta que se nos abre.

Adiós a un año más, a un ciclo, a una etapa de nuestra propia historia individual y colectiva, esperemos que las nuevas experiencias nos complementen el aprendizaje para entrar en ese nuevo mundo que tanto ansiamos, aunque a veces suene utópico, un mundo de paz, solidaridad, igualdad, equilibrio social, verdadera democracia y justicia. Escuchemos las campanadas del nuevo amanecer en el primer día del año, alzando nuestra mirada sobre el limpio horizonte marino que baña nuestras costas, comencemos otra singladura por ese mar de aventuras y experiencias, capeando los temporales y navegando guiados por la luz del faro de la esperanza, arribando a buen puerto, en el abrazo y recuerdo de quienes hicieron ese camino antes, en el deseo de que consigamos un futuro mejor.

¡FELIZ AÑO NUEVO 2013!



Jesús Ruiz Mesa,

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