Momento del acto Foto: Jesús Ruiz Mesa |
Procesión de Viernes Santo en Telde
Ante las puertas de la Basílica lloramos tu agonía,
esperamos tu maltratado cuerpo en soledad,
la noche fría nos llena de silencio y serenidad,
un desgarrado llanto escondido entre el gentío se oía.
Señor, Maestro, ¡qué alto en tu madero te han alzado!,
Tú, que la humildad, el amor y el perdón anunciaste,
ahora, allí arriba, ¡qué solos en el calvario nos dejaste!,
por estas calles, arrepentidos, te llevamos clavado.
San Juan implora bajo sus torres tu clemencia,
en tu sepulcro yacen sobre tu pecho nuestras pecados,
de tu costado brota vida nueva para los perdonados,
y de tus apagados ojos aún brilla una luz de indulgencia.
Madre del Crucificado, madre compartir tu dolor quiero,
¡dejadme tocar el manto de esa mujer, Virgen Dolorosa!,
mi alma peregrina tras de ti, esperanzada, se inclina llorosa,
y de tu hijo que lo entregó todo, su sangre y perdón espero.
Oración de mar, cumbre y mantilla blanca, llega desde un balcón,
devotos entonan en sus gargantas notas en lastimero verso,
pies descalzos sobre la tierra mía, huellas que llegan al corazón,
es la voz del pueblo, el sentimiento, la plegaria con devoción.
Llegando a la plaza, desde su altar, el Santísimo Cristo de Telde,
en un abrazo eterno, misericordioso, la procesión y sus tronos recibe,
la historia, el culto y la tradición de sus gentes esta noche se escribe,
es Semana Santa, viernes de Pasión que en nuestra ciudad revive.
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