lunes, 9 de enero de 2012

HASTA LA PRÓXIMA NAVIDAD
por Jesús Ruiz Mesa

Foto: Jesús Ruiz Mesa

Como decía la canción popular de Navidad, el villancico Dime Niño de quién eres: La Nochebuena se viene, tururú, la noche buena se va, tururú. Y nosotros nos iremos, tururú, y no volveremos más, poco más o menos nos deja este tiempo de Adviento y Pascua que acabamos de celebrar y que ya dejamos en cuanto los Reyes Magos de Oriente nos han visitado, como cada año, por estas fechas de la Epifanía, en el enero nuevo del bisiesto 2012 que acabamos de estrenar, aún las calles resuenan de alegría, de pastores, de belenes en las plazas y rincones de nuestras ciudades y pueblos, el olor a turrón, pasteles y roscón de reyes se saborea como el preciado recuerdo gastronómico de quienes han podido saborear, aunque a fuerza de escurrir la bolsa donde quedan los últimos euros para llegar hasta fin de mes y reponer fuerzas para poder encaramarnos a la cima de las cuestas que nos esperan para estos próximos meses de andaduras dudosas y de seguros recortes, lo prometido es deuda y la deuda ya tiene nombre, y quién le quiso poner el cascabel al gato se las va a ver y desear para cumplir las promesas electorales.

En fin, otra Navidad, otro Año Nuevo y otra jornada de Reyes en nuestras vidas, ojalá estos magos de oriente nos hayan dejado lo mejor, tanto material como espiritual y la ilusión necesaria para arrancar con fuerzas este nuevo trayecto del recién iniciado 2012, el del bicentenario de la promulgación de la Constitución de 1812, La Pepa, el año en que pasamos a ser considerados de súbditos a ciudadanos, ¡cuánto camino nos quedaba por andar todavía!; los derechos, la igualdad de la mujer aún tardarán en ser realidades, aunque ya habían ciertos aspectos que preocuparon a los sectores de la sociedad del diecinueve.
Ojalá igualmente Melchor, Gaspar y Baltasar, no hayan  regresado por donde vinieron con las sacas vacías,  sin llevarse en ellas a lomos de sus camellos, la mala fortuna de las crisis que en algunos se está ensañando fuertemente, que se lleven las dolencias físicas y las del alma, las estafas, los fraudes, los engaños, los cuentos y promesas no cumplidas, las necesidades y penurias del siglo XXI que, como se estaba planteando el estilo de vida de las sociedades modernas, no íbamos a padecer nunca más, los infortunios de las propias vidas de seres humanos que con ilusión les dieron la bienvenida a sus ciudades, pueblos, a nuestras islas, a los rincones más recordados de nuestra niñez y que en cada habitación, al lado del belén, sobre los zapatos, o calcetines colgados, al pie del árbol que temporalmente nos ha alumbrado y decorado el salón para estos fastos, y nos dejen en ellos, lo mejor de todo, las ganas, ilusiones y valor para seguir mirando cada mañana el horizonte de nuestras cumbres, de nuestro mar, y nuestros limpios cielos con la esperanza de llegar a la otra frontera que nos queda por experimentar hasta la próxima navidad. Un largo camino con un montón de circunstancias en su trayecto, que cuando llegamos se nos hace fugaz, mientras, observamos las hojas de un almanaque largo y a veces tedioso,  pero no debemos dejar de intentarlo, hemos de cruzar otra meta, cumplir otro reto, hay que llegar y bien, seguro.
Vuelvo mis pasos sobre las calles de nuestro Telde ayer bullicioso, inundado por el griterío y alegría de los niños y niñas que, con la mayor y más bonita de las sonrisas han saludado a sus Reyes Magos, y hemos revivido igualmente los mayores aquellos años en que todo estaba por venir, todo era de otra forma, tenía otro color, el color de un presente lento, muy lento, quizás sin más deseos e ilusiones que los que nuestros Reyes de aquel entonces podían ofrecernos, la ilusión y el sueño de la felicidad sigue siendo el mismo, ahora lo vemos reflejado en nuestros niños, los niños y niñas que fuimos antaño, los niños que en la mañana del seis de enero salíamos a la calle para jugar con los regalos que aquellos Melchor, Gaspar y Baltasar nos dejaban tras la promesa de haber cumplido con lo ordenado para ser hombres y mujeres de provecho, y ese era uno de los premios, esperar lo pedido en aquellas cartas de papel y páginas arrancadas a las libretas de caligrafía de dos rayas o el papel y sobre de correo aéreo, bordes alineados en azul y rojo,  dirigidos a sus Majestades de Oriente: Queridos Reyes Magos, este año me he portado bien y he sido bueno, he sacado buenas notas, aunque mi padre dice que no pongo mucha atención a la aritmética, mi madre me dice que algunas veces no le hago caso y que me duermo haciendo los deberes, por favor, te prometo ser bueno y portarme mejor, quiero que me traigan un libro de cuentos, historias, un plumier, una lotería y un coche de los que vienen ya con pilas, una escopeta y unos Juegos Reunidos para jugar con mi padre, mi madre y mis hermanos, mi padre me dice que se acuerden de los chinitos y los pobres de África y de un sitio que está muy lejos en América, bueno, ya no les pido más, gracias y no me echen carbón, que prometo ser bueno y obediente. Les pongo un poco de alfalfa y agua para los camellos detrás de la puerta. Adiós……………..Poco más o menos esto era así.
Y a la mañana siguiente, salir despendolados a la calle escuchábamos el típico ruido de las pistolas, las escopetas de mixtos, los trompos, los coches de lata y cuerda, una trompeta o saxofón de colores, un tragabolos,  arcos y  flechas, aquellos cintos de plástico en los que colgaban las cartucheras para las pistolas con tapón y cuerda, ¡vaya panorama!, éramos los amos de la Rue del percebe, los reyes del mambo, los muchachos de la película del oeste y el jefe sioux, indio de las praderas que John Ford lo hubiese imaginado mejor, o el soldado escondido en las trincheras del mejor de los comics de la época, Hazañas Bélicas, el Capitán Trueno, con las historias del Medioevo, sin conocer y por aprender en el futuro, incluidos Crispín y Goliat, aquello era el ensueño de una noche de verano pero en enero y sin contar con el dramaturgo inglés o el mismísimo Cervantes, o el balón, que decíamos “de reglamento”, y que en menos de un tris tras formábamos una alineación de aquí te espero,  no parábamos de regatear y partirnos las espinillas hasta que la piel del balón empezaba a pelarse y cuartearse, bueno lo de piel por decir algo elegante, acostumbrados en ciertos lugares a dar patadas a una pelota de trapo y papel bien liadas con cuerdas o tiras de tela o platanera. Lo dedicado a las niñas era otra historia,  la muñeca andadora de cartón, que algunas daba miedo observarlas, con los ojos fijos, más tarde ya articulaban sus miembros, sus ojos se movían, su cabellera como brotes verdes de césped, pero en rubio nylon, las cajitas con las cocinitas y utensilios para el hogar para jugar a las casillitas, y algún que otro juguete o vestiditos para seguir la tradición, los hombres con cosas de hombres y las mujeres con cosas de mujeres, y ahí andamos.
Madre mía lo que duraba aquel día de Reyes de aquellos años, con las sencillas cosas que nos hacían grandes, ¡cómo ha cambiado todo hoy!, los Magos de Oriente traen unos juguetes, regalos,  con unos fundamentos e ingenios cibernéticos que para entenderlos hay que hacer un Master en informática. De una cosa estoy seguro, que la felicidad de aquellos días era inmensa, no sin algunos llantos por no encontrar lo pedido,  la eterna bicicleta o el tren eléctrico, verdadera miniaturización réplicas de trenes que para nosotros era un descubrimiento, curioso, pues aún estamos a la espera si realmente se instala uno aquí en nuestra isla.
Dentro de la sencillez y la importancia de la celebración todo era de otro color, y sin olvidar a los que la vida no les sonreía tanto y se conformaban con poder estrenar una camisa, unos pantalones o unos zapatos, que ya era mucho.  Los Reyes siempre procuraron ser generosos, bondadosos y cómo no, que no faltaran en sus hogares lo que ellos no pudieron disfrutar antes de recorrer el oriente y occidente de sus vidas por las circunstancias que es de casi todos sabida, ellos mismos, sintiendo la inquietud infantil de la noche del cinco de enero, ya disfrutaban, y el despertar de aquel amanecer era para no olvidar nunca.
En este largo primer fin de semana en el que los afortunados del sorteo del Niño ya celebran su buena suerte en Huerta del Rey en Burgos, cerca de la localidad de San Leonardo de Yagüe de Soria, donde fue vendido el número premiado, pueblos por los que pasé en varias ocasiones, para dirigirme a visitar una de las obras maestras del románico español de  Santo Domingo de Silos en Burgos, famoso por su conjunto histórico monumental del Monasterio de Silos, en la ruta del Cid, desde la Villa de interés cultural de Burgo de Osma y Parque Natural del Cañón de Río Lobos, en la provincia de Soria, localidades cercanas que pertenecen a Burgos y Soria. Igualmente felicitar a los que desde Telde fueron agraciados con la aproximación del primer premio del sorteo de Navidad y un boleto agraciado con el número del segundo premio de la lotería del Niño. Nuestra ciudad con una buena historia acaparadora de premios y en la actualidad de todas sus versiones y apuestas. Enhorabuena a todos y puedan quitarse de encima con un sonoro tururú los agujeros negros, a veces más que astronómicos, de la crisis, el paro, el desahucio y las hipotecas,  que dejan a muchas familias en la desesperanza de no llegar ni a mitad de mes. Y ya han llegado las rebajas, aprovechemos esta alternativa del mercado de consumo y demos un buen corte, por ahora, a la crisis, a las fluctuaciones e indicadores de la bolsa,  la prima de riesgo, sin pasarnos y quién pueda sea feliz, es lo que nos queda.
Después de darme un paseo por el Telde nocturno, aún resuenan los restos de un día y una noche mágica, las calles en silencio quieren volver a la normalidad, observo los adornos luminosos y los signos de la navidad parecen querer perpetuarse, y anunciarnos, que no a mucha distancia de estas fiestas, ya se empiezan a escuchar los cercanos ecos y sones de los carnavales, no acabamos de quitarnos las mieles de los buenos deseos y mejores promesas para el tiempo nuevo y ya estamos en el disfraz, la careta y la cabalgata de las precuaresmales carnestolendas.
Con las mismas ilusiones, vivamos el carnaval, por ganas de divertirse que no quede, a mal tiempo buena cara, pero cumpliendo con la responsabilidad que cada ciudadano nos hemos planteado frente a la Vida, avanzar, y seguir en el intento de crear y participar de una sociedad mejor preparada, más reivindicativa, más justa, más solidaria y más preocupada por el bien común, en beneficio de todos los que ocupamos este lugar habitable, de momento, único conocido en el Cosmos, que se llama Planeta Tierra. Que la fuerza de la razón, y la del corazón nos acompañe a todos y podamos seguir disfrutando de todas las fiestas que los humanos hemos creado para celebrar el hecho común más importante, el de la Vida. Que ustedes lo disfruten por muchos años. Muchas Gracias.
Jesús Ruiz Mesa, colaborador cultural Telde y www.teldeatualidad.com    


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