Cuando llegaste, María,
Blanca, como blanca espuma…
¡Pareciera que a la luna
se le hubiera hecho de día!
Vienes, porque eres vigía,
de este pueblo que te adora
y que ante tus plantas llora
contándote su tristeza
Buscan en Ti la entereza
del ocaso hasta la aurora.
Reluces como azucena,
como el tajinaste blanco,
como retama en barranco,
como novia que se estrena.
Tu Cara, color de arena,
resalta en tu pedestal
tu vestido, que es la sal
del mar, que mece la tierra
donde el canario se aferra
a llegar hasta tu umbral.
Pero hoy, Tú nos visitas…
El gentío es horizonte
y Margarita del monte
pareces, mientras transitas.
Como el granizo crepitas
entre vítores y gozo;
Eres Celaje y Esbozo
del cielo que te abandera
y en el que el creyente espera
cuando le llegue el reposo.
Guadalupe Santana Suárez ©
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