Un domingo más
en mi querida playa,
bajo este sol, bajo este cielo,
comtemplando ese mar maravilloso,
de un azul intenso.
Miro a mi alrededor,
y no te encuentro,
me extraño al no verte,
corretear como siempre.
Al ver a tu amo,
le pregunto llena de curiosidad;
¿Dónde está el perrito?
¿Hoy no lo has traído?
¿Kimbo dónde está?
Cual no sería mi sorpresa,
al oírte contestar
con un rictus de amargura
conteniendo las lágrimas al hablar;
Mi pobre perrito
ya no volverá
anoche murió, se quedó dormido
y no despertó.
Sentí una profunda pena
en mi corazón,
y una tristeza a mi me embargó
pensando en la cara
de ese lindo perrito,
que a mí me cautivó.
Que siempre a su dueño,
fiel obedeció,
que se cobijaba bajo una roca,
para así burlar a ese intenso sol.
Que de allí no se movía,
hasta que a su amo veía marchar,
corriendo a su lado
y pegado a él, los veía pasar.
¡Ay, querido Kimbo!
Aunque no era tu dueña
no te voy a olvidar.
Y cada domingo,
cuando yo regrese al mismo lugar,
pensaré en ti,
y creeré oírte ladrar,
pero tú, mi querido perrito,
nunca, nunca volverás.
SOLY MEDINA ©
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