Quisiera contigo, vida mía,
poder amanecer cada mañana,
con tu cuerpo recostado junto al mío
y contemplar tu apacible mirada.
Esa mirada sincera y esa belleza,
que esconde muy celosa toda tu alma.
Pues desprende tan nobles sentimientos
de los que yo me enamoré perdidamente.
No quisiera pensar que un día, mi amor,
al despertar no volviera a ver tu cara.
Me volvería loca por la angustia,
al no saber con quién compartes tus mañanas.
Porque nadie va a quererte como yo,
ni nadie te amará con tal ternura
con la que yo te he querido, vida mía.
Pero si eso un día sucediera,
ni aún así mi corazón,
podrá dejar de amarte.
Pues mi alma seguirá unida a tu alma
como la noche sucumbe a la mañana.
SOLY MEDINA ©
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