Qué triste es la soledad,
cuando nos hacemos viejos,
todo son ingratitudes,
todo son quejas y lamentos.
Sin pretenderlo, incordiamos,
molestamos en cualquier sitio,
al vecino, al amigo,
y hasta nuestros propios hijos.
Cuando no tenemos hijos,
decimos con mucha pena y dolor;
¡Ay! si lo hubiéramos tenido,
hoy estaríamos mejor.
Pero lo que de verdad,
es grande por lo terrible,
es que hayas tenido hijos,
y no tengas quien te cuide.
SOLY MEDINA
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