jueves, 26 de octubre de 2023

Réquiem por un “sabio” de la plaza de San Juan
Artículo de opinión de Álvaro Monzón,

Cayó el ficus de la Plaza de San Juan. Es una pérdida histórica como histórico es el lugar donde se plantó. Con más de cien años de vida, cuántos recuerdos se van, cuántas imágenes, a cuántas personas habrá cobijado su sombra. Cuántos animales habrá cuidado y atendido. Cuánto cariño habrá recibido de los amantes de los árboles. Ese árbol que cayó junto a la Basílica Menor de San Juan, ha disfrutado todos los años, como centinela privilegiado del Santo Cristo de Telde, de la magna procesión y de la multitud de feligreses.
Estaba incluido en el Catálogo municipal de Árboles Singulares de Telde. Junto con sus otros hermanos, los Ficus microcarpa o laureles de indias, probablemente, son ejemplares del siglo XIX. Según los informes técnicos, pudieron ser plantados en la ubicación actual, alrededor del año 1925, de forma que estos árboles tienen, como mínimo 90 años de edad, a lo que hay que sumar los años que tenían en el momento de su plantación. A partir del diámetro del tronco de estos ejemplares podemos también estimar su edad aproximada, considerando que la tasa de crecimiento diamétrico de esta familia de árboles es de unos 1,06 cm al año, así obtenemos una edad aproximada de unos 145 años. Con estos datos podemos suponer que estos árboles se trajeron ya desarrollados, con un tronco de unos 50 cm de diámetro y con un sistema radicular importante.
Raíces, afectadas, previsiblemente por las obras de remodelación de la plaza. Durante estas obras el sistema radicular de los árboles sufrió un estrés enorme, debido al desgarro producido por la maquinaria de la obra, facilitando la entrada de patógenos y dificultando su recuperación.  Ya en el año 2013 se detecta el estado fitosanitario alarmante del ejemplar caído. Las analíticas del laboratorio de fitopatología de la Granja Agrícola Experimental del Cabildo de Gran Canaria, del material procedente del ejemplar más deteriorado, confirmaron la presencia de varios hongos de carácter saprófito, como Fusarium solani. Más reveladora fue la presencia de Botryosphaeria ssp, un hongo que se caracteriza por producir la necrosis y muerte de los tejidos.
Tratamientos paliativos
La primera fase consistió en la poda de las ramas secas y/o ramas con puntos de inserción inestables para evitar riesgo de fracturas, dejando sin podar aquellas ramas que aún estaban sin defoliar. Así mismo, se procedió a la realización de un tratamiento fitosanitario mediante endoterapia con sistema de inyección directa, aplicando un fungicida y un fertilizante a base de fosfito potásico, para fortalecer y aumentar las defensas naturales del ejemplar. Eso le ha permitido alargar la vida unos cuantos años.
Paralelamente se extrajeron semillas, que fueron plantadas en La Vega. Prosperan satisfactoriamente, como árboles hijos de este sabio fallecido.
Los anillos de un árbol fuentes de información
La información que oculta un árbol en su interior es infinita. Desde los episodios del clima, sequías, abundancia, heridas, etc. es la Dendrocronología. Mediante el estudio de su madera, podemos incluso fechar y estudiar problemas ecológicos y ambientales. La información que brindan las cronologías de anchos de los anillos de los árboles es valiosísima, desde trastornos, ataque de plagas, incendios, identificación de variaciones en la población animal relacionadas con el clima y comportamiento de dichos animales, entre otras. 
Este árbol caído fue selectivo en cuando al día de su caída: Día Internacional del Cambio Climático, 24 de octubre de 2023. Por la noche, en la penumbra cuando la plaza estaba libre y en silencio. Sabio hasta para elegir el día de su muerte.
En definitiva, perdemos un sabio de la naturaleza.
Artículo de opinión de Álvaro Monzón,

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