TORMENTA.
Se aproxima una escarchada tormenta con nubarrones.
Lo he sabido porque el frío viene anegando mis ojos;
trae hasta mis pies el viento, los desbastados rastrojos
y el día llega en silencio gallardo en sus posiciones.
Cerrazones saturadas conjeturan un naufragio;
se va colocando el rayo proyectado a las heridas,
la voz del trueno que brama provoca las sacudidas
y el granizo de las bocas ha confirmado el presagio.
Exasperado el orgullo, se bate en el aguacero.
Mojadas las ilusiones, se deslucen en la lama.
El halo del sol para sí, cada nube se reclama,
al choque que se dispensan en el chaparrón certero.
Se van formando los charcos para salpicar agravios;
tronando en el horizonte, llegan juntas las verdades;
el vendaval va partiendo corazones a mitades
mientras la ráfaga viva va quemándose en los labios.
El desencanto ha formado para el alma un remolino
se han sacudido las hojas que acuciaban esperanza.
El arcoíris emergió teñido de desconfianza
y se ahogó en este raudal, el amor del desatino.
Guadalupe Santana Suárez ©
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