Me acompañas donde voy y cuando vengo,
no te quejas los días que te echo al olvido;
teniendo la culpa de que haya crecido
eres el mejor amigo que yo tengo.
Tú me acunas cuando no puedo dormir
y despierta, de tu mano siempre sueño,
de mi libertad te dejo ser el dueño,
porque libre me enseñas a discernir.
Si me embarco en tu nave sin timón
me regalas alegrías y congojas,
sólo en un abrir y en un cerrar de hojas
me enamoras o rompes mi corazón.
Reconozco tu valor cuando en ti vibro,
para luego abandonarte en tu anaquel;
tú me esperas, siempre compañero fiel,
amor incondicional, querido libro.
Guadalupe Santana Suárez ©
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