AL CRISTO CRUCIFICADO
 ¡Ay! Santo Cristo de Telde, 				cuánto te amo, Jesús, 
y qué pena inmensa siento, 		verte clavado en la cruz.  
Cómo pudieron hacer 		
contigo esa injusticia, 	
si a todos diste la vida 				
¿Cómo es que a ti te la quitan?  				
No sabes cuánto dolor siento, 
al verte en ese madero clavado, 			
con la corona de espinas 
y abiertos tus costados.  		
Cuánto hubiera deseado 		
haber vivido esa época, 			
para limpiar tus heridas, 		
y con mis manos, 
darte agua fresca.  
Arrancar de tu frente esas espinas, 			
ayudarte con la Cruz, 				
cuantas veces te cayeras,
y secar tu bello rostro,
como la Verónica hiciera.
Pero he de soportar esa impotencia, Dios mío,
más, permíteme Señor,
sufrir tu dolor contigo.
SOLY MEDINA ©      

 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario