A Jeromito López, yuntero.
Voy de
pie en las orejeras
de aquel arado romano
que, guiado por tu mano,
en donde la reja entierra
va partiendo en dos la tierra
para abrir la tumba al grano.
En cada surco renace
a la vida lo enterrado
y al recuerdo, entreverado
con la sementera, creces
y tras la yunta apareces
de bruces sobre el arado.
El cristal de tu sudor
con la semilla comparte
los surcos en que reparte
la reja su poderío
y, en las gotas de rocío,
florece por saludarte.
JULIO PEREZ TEJERA
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