miércoles, 28 de octubre de 2015

Sergio, el doble ángel de la guarda

Sergio, el doble ángel de la guardaUn policía de Telde protagoniza dos gestos heroicos durante el diluvio ● En Melenara, rescata a un vecino de un coche que se había convertido en una trampa mortal y en Los Llanos pone a salvo a una vecina a la que se le inundó la casa

Sergio Mendoza (c.), este martes, junto a la alcaldesa de Telde, Carmen Hernández, y el concejal de Seguridad, Juan Martel (Foto TA)
TELDEACTUALIDAD
Telde.- A Sergio Mendoza Jiménez, (Telde, 10 de diciembre de 1979) la vocación de servicio público le sobrevino a principios de la pasada década producto tanto de la situación laboral como del interés que siempre le había provocado la labor de los policías locales. Mucho ha llovido desde entonces, especialmente la pasada semana. Sin quererlo ni pretenderlo, dos servicios de relieve protagonizados por su persona lo han convertido estos días en epicentro informativo.

Su trabajo ha sido tal que la alcaldesa Carmen Hernández; el concejal de Seguridad, Juan Martel; y muchos de sus compañeros no han dudado en felicitarlo esta semana. El auxilio a una vecina cerca del parque urbano de San Gregorio a la que se le inundaba la casa y el rescate de un conductor en Casas Nuevas, a punto de ser engullido por la tromba en Casas Nuevas, le han reportado infinidad de halagos.

Lo vivido con el último temporal se le ha quedado grabado en el cerebro. “En trece años como agente he tenido que atender multitud de servicios, y siempre que hay muertos de por medio, se te queda en la memoria. Ahora bien, como catástrofe jamás había afrontado algo como lo ocurrido estos días. Creo que muchos hemos vuelto a nacer”, asevera este residente de San Gregorio que formó parte de la promoción de 19 policías incorporados al Ayuntamiento en 2002.

En su día, optó por prepararse las oposiciones al dejar el instituto. Quizás ese decisión ha podido salvar la vida de dos ciudadanos de este municipio. El actual sistema de organización del cuerpo hace que él y muchos de sus compañeros no estén adscritos a una unidad en concreto. “Nos presentamos al inicio del turno y ahí nos indican el cometido que tenemos. Ahora mismo estoy en la Unidad de Movilidad”, apuntaba en la tarde de este martes. Pero, ¿Qué fue lo que hizo Sergio hace apenas algo más de 100 horas para recoger tantos aplausos y felicitaciones?

De día libre y corriendo a ayudar a los demás
El primero de los servicios relevantes que firmó tuvo lugar el jueves. Estaba de día libre, pero a él eso poco lo importaba. El primer chaparrón fuerte que regó Telde lo sacó de la cama. “Serían sobre las seis de la mañana, y como ví que llovía tan fuerte pensé en que quizás necesitarían mi ayuda. Por eso llamé. Dio la casualidad de que muy cerca de mi casa una señora requería auxilio porque la suya se le estaba inundando y fui para allá”, reseña. Cogió unos pantalones y la primera camiseta que pilló y se dirigió presto al domicilio de la afectada, donde una vaguada existentes a las puertas del número 49 de la calle José Vélez estaba transformando la vivienda de una señora de avanzada edad en lo más parecido a una piscina.
 
Para llegar hasta ella primero tuvo que dar un rodeo, accediendo a la casa por la calle Secundino Delgado. Sergio recuerda que la vecina, enferma, se encontraba ya con unos bomberos que trataban de levantar, sin éxito, las arquetas de la zona. El nivel del agua comenzó a subir de forma tan preocupante que optaron por subir a la señora a casa de su hijo, en la segunda planta. Él no tenía por qué estar allí, pero su vena altruista le pudo.

La afectada quedó a salvo, y hasta rechazó la ambulancia que el agente le había activado. De la vivienda, por contra, no se puede decir lo mismo. “Estuvimos un par de horas trabajando allí, con su familia achicando agua. Cuando al final lograron retirar las arquetas aquello evacuó más rápido, pero la pobre mujer perdió muchos enseres. Los muebles flotaban y le salían por la ventana, los portarretratos asomaban por la puerta hacia afuera. Encima, no tiene seguro del hogar”, manifiesta compungido Sergio, quien se mantuvo en contacto con sus compañeros y su jefe de servicio, Antonio Alonso, a través del teléfono corporativo municipal.

Viernes 23 de octubre... o lo más parecido al fin del mundo
La situación más dantesca la vivió el viernes, día del diluvio universal en Telde. Aciaga jornada en la que cayeron más de 110 litros en la costa, durante apenas cuatro horas y que concluyó con más de un sueño hecho añicos y un balance de daños próximo a los siete millones de euros. Nuestro policía entraba al servicio a las 15.00 horas, casi coincidiendo con el inicio de una descarga de agua interminable. “No me preguntes a qué hora acabamos el resto de compañeros y yo porque ni lo recuerdo. No paramos. Sólo sé que el servicio se prorrogó. No podía ser de otra manera”, detalla.

La tarde empezó 'movida'. “Todos vivimos situaciones duras en las que poco menos que teníamos que improvisar en cada momento. Te mandaban a un servicio y por el medio del camino te topabas con un coche parado que necesitaba ayuda o con alguien en apuros. El panorama era tan crudo que sobre la marcha decidías. Descartabas incluso consultar a los jefes porque sabías que en ese momento andarían con 30.000 cosas sobre la mesa”, exclama.

Jinámar fue el primer punto que recorrió junto a su compañera de patrulla. Allí vio cómo el tramo de la GC-100 que está entre el bar La Parra y la iglesia de La Concepción se conviertía en un auténtico océano. Procedieron al corte del tráfico, para después observar cómo la vía que discure junto a Las Ramblas de Jinámar, a los pies del centro comercial El Mirador, se había transformado “en un río descontrolado, con piedras inmensas rodando de un lado a otro y contenedores bajando a gran velocidad. En mi vida no había visto eso”, asegura.

El paso por los viales de la antigua fase I del Valle de Jinámar tampoco fue fácil. De tanto bajar la ventanilla para informar a los vecinos de cómo actuar se terminó de estropear el mecanismo de subida de los cristales. Se les quedó bloqueado y tuvieron que sufrir la entrada de ingente caudal hasta casi cubrirles las rodillas. Esta primera parte de la tarde concluyó a la altura de la gasolinera BP de Las Ramblas, donde Sergio cogió la valla de un particular para restringir el tránsito de vehículos. “No nos podíamos permitir dejar allí un coche y dos policías viendo la que se avecinaba”.

Rescate en Casas Nuevas
Fue su pronóstico y no le faltó razón. La emisora les informó de que un señor se encontraba atrapado en el interior de su vehículo en la antigua carretera de Melenara, a la altura de Casas Nuevas. La patrulla trató de aproximarse usando el vial costero desde su intersección con la rotonda del Drago. Imposible, el temporal no les dejaba.

Así que Sergio y su compañera dieron marcha atrás y se adentraron en el puente de la GC-1, junto a Las Remudas. La tromba fue de tal virulencia allí que el coche de la Polícía Local se vio literalmente en el aire, “y es que el agua no nos dejaba avanzar”, lamenta el funcionario. Al final, y sin saber muy bien cómo, acabaron muy cerca del cruce de Casas Nuevas, donde volvieron a cerrar el paso de vehículos particulares a la vista de cómo se hallaba la carretera de Melenara.

El policía puso pie en tierra y tras andar un rato divisó a un señor mayor que se hallaba en el interior de un coche “con el agua al cuello”. Su situación, en plena vía: hombre rodeado por muros de fincas que amenazaban con venirse abajo producto de la presión que ejercía el agua colindante.

“Ahí pensé: o me doy prisa o el muro se rompe y se lo va a llevar todo por delante”, relata Sergio. “Hice poco menos que tirarme a nadar, pero avanzaba muy poco porque las condiciones eran adversas. Cuando llegué me encontré al hombre, de unos 70 años, con la mirada perdida en el horizonte... y diciéndome que tenía que pedir una grúa. Tenía problemas para moverse, pero no me amedrenté. Le quité el cinto y lo saqué del vehículo sin dejar de perder de vista al muro de bloques, que ya hasta se movía solo. Me agaché, me lo eché al hombro y salimos de allí como pudimos. Después se acercó mi compañera con el coche y un pequeño tractor rozó levemente los bloques y estos se vinieron abajo en cuestión de segundos. La imagen que tengo de todo aquello es igual que las que vemos en las películas de guerra. Esas en las que todo el mundo deja los coches abiertos en mitad de la vía, con los móviles y carteras dentro, y huye para ponerse a salvo. Eso pasó en Telde, y yo lo he vivido”, sentencia.

Colaboración masiva
La solidaridad y el apoyo de todos los ciudadanos son otros gestos que le han impactado. “Nos pusimos a mover coches para despejar el camino a los vehículos de emergencia y todo el mundo se volcó. Las grúas particulares, los vecinos que tenían todoterrenos... Todos quisieron aportar su granito de arena” en una tarde noche muy dura para el municipio.

A Sergio lo que ahora le congratula es ver que el temporal no se ha cobrado víctimas y que ha sacado a la luz la generosidad de los teldenses. “Me he enterado que el señor al que salvé quiere verme. La verdad es que fuimos los dos los que volvimos a nacer porque si ese muro se hubiese venido abajo, no quiero pensar cómo habríamos acabado. También el hijo de la señora a la que echamos un cabo en San Gregorio también nos ha felicitado. El caso es que no hemos parado, y que harán falta muchos recursos para que esto recupere la normalidad, pero tanta unión te levanta el ánimo” confiesa.

Con mucha humildad, cree que los dos servicios que prestó son “dos más de los muchos que se hicieron aquellos días por las fuerzas y cuerpos de seguridad y los dispositivos de ayuda y auxilio. Todos dieron el 100% e incluos más. Jamás en 13 años había visto tan unidos a mis compañeros”, resume.

Valoración
Cuestionado sobre el fenómeno en sí, lo califica de “totalmente imprevisible. Nadie esperaba esta contundencia. Se centró en Telde y se cebó con Telde. Me quedo con la imagen de que, aunque parezca que esta es una ciudad muy fragmentada, con tantos barrios separados, la verdad es que cuando hace falta ayudar a alguien... ahí está todo el mundo y el pueblo se une”, recalca.

A modo de ejemplo, aplaude el gesto de los vecinos de Salinetas. “Ellos mismos se organizaron y han estado limpiando la playa y colaborando. Y es que Telde es de todos”

En cuanto a la respuesta institucional, reconoce y agradece con cierto pudor el agasajo dado por las autoridades locales y la intención de estas de que se vuelva a ver con la persona a la que libró de una muerte casi segura, ya en el Ayuntamiento y sin ningún peligro alrededor. “Yo le he hecho saber al concejal que lo mío no tiene tanta importancia. Lo bueno es que todos trabajamos a una. Mis compañeros estaban de agua hasta arriba, con sus familias con mil y un problemas, pero todos sacamos el pecho hacia adelante”, finaliza.

No es consciente de ello, pero se ha convertido en un doble ángel de la guarda.

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