El profesor y activista social y cultural presenta con éxito en Telde su premiada obra 'El Valle de Santa María'
TELDEACTUALIDAD
Telde.- El profesor y gestor cultural, natural de Zamora pero afincado en Telde desde hace más de 30 años, Ignacio Morán Rubio, significó este viernes que “muchas de las debilidades y fortalezas” que recrea en su primera novela El Valle de Santa María tienen plena vigencia en la actualidad, “si bien ahora se nos presentan con una apariencia de modernidad o quizás ni eso. TA avanza imágenes del acto y ofrece el texto íntegro de la intervención de Morán.
Morán hizo esta apreciación casi al final de su intervención en el acto de presentación de su novela que tuvo lugar este viernes por la noche, partir de las 20.30 horas, en la sede del Círculo Cultural, en las instalaciones del Molino del Conde.
Con la concurrencia de unas 40 personas, el evento lo abrió la presidenta del Círculo Cultural de Telde, Lucana Falcón, que recordó las estrechas vinculaciones del autor con esta entidad, de la que fue impulsor y presidente durante casi una década. Le siguió en el turno de la palabra, el también profesor y directivo del CCT, Antonio Alemán, amigo personal de Morán, del que desgranó con detalle su amplio currículo profesional y como “persona comprometida social y culturalmente. Resaltó su faceta como articulista en medios de comunicación, entre ellos TELDEACTUALIDAD, periódico de es que miembro del Consejo Editorial y participó activamente en su relanzamiento en los primeros años de este diario digital
Por su parte, la maestra Pilar Moros, compañera de Morán en el CEIP Amelia Vega de Monzón, introdujo al público presente en los entresijos de la obra que Premio Internacional Villa del Libro 2013 de Valladolid y editada madrileña Dykinson.
La reedición de la novela trae un diseño de lo más cuidado en todos sus aspectos, y ya se ha puesto a la venta en los principales puntos de distribución del país, tanto en su versión papel como en e-book.
El Valle de Santa María ya fue objeto este año de una primera edición por parte de la Diputación de Valladolid, titular del Premio Villa del Libro, y presentada oficialmente en la Villa de Urueña y en la Feria del Libro de Valladolid los pasados meses de abril y mayo.
La nueva edición de la novela de Ignacio Morán, incorpora un sentido prólogo del reconocido escritor Ramón García Domínguez, autor de un centenar de obras, amigo personal y biógrafo oficial de Miguel Delibes.
El Valle de Santa María es su primera aventura literaria y se estrena llevándose un premio. Como él mismo explica, cuenta las desventuras de tres personajes, un médico, José Cidón, un fraile y un cura inmersos en una sociedad rural de la Castilla de los siglos XVIII y XIX, que en realidad no son más que los instrumentos de los que se valió Ignacio Morán para retratar el talante quijotesco de un movimiento por el que él siempre se ha sentido especialmente atraído, el de los ilustrados españoles, aquellos pocos que pese a lo baldío de sus esfuerzos, lograron que pase a la historia como la época de las luces, la etapa más oscura de Castilla y de España. Hoy, como entonces, gobiernan los de siempre, el campo se despuebla, el patrimonio público o comunal acaba destruido o en la ruina y vuelven las imposiciones y las arbitrariedades.
Intervención de Ignacio Morán Rubio
Amigas y amigos, muy buenas noches y gracias por estar aquí a pesar de las proclamas que advertían de la proximidad del fin del mundo. Gracias Antonio, gracias Pilar y Lucana por esas palabras que sé, en buena medida, surgidos del afecto y el respeto recíproco de muchos años.
Así es, como se ha dicho El Valle de Santa María es una obra ambientada en la España de finales del siglo XVIII. Sus personajes viven y sufren voluntariamente aquel ruralismo absoluto y limitante, rechazan el costumbrismo ramplón, son tolerantes y cultos, personas que defienden la apertura y el progreso sin papanatismo, desde su propio hábitat. Es una novela que busca la verdad literaria que todo escritor persigue, pero respetando en lo posible la esencia de la verdad histórica.
En aquella España rural y carpetovetónica quedó anclada la idea fisiocrática de que sólo aquello que viene de la naturaleza o de la agricultura es auténtico y merece ser conservado, pero también la nefasta tolerancia social con los despotismos, especialmente si estos son ilustrados. Dos ideas que aún adornan, o eso creo, lo más granado de nuestra idiosincrasia. Una mirada literaria si se quiere, pero que nos acerca situaciones que no son románticas, ni siquiera agradables: El trabajo inclemente, las privaciones sin medida, tributos de todo signo y condición, la censura impuesta, la autocensura de la gente humilde, la autenticidad de su franqueza, la generosidad de dar lo que se tiene y aún lo que no se tiene, la prevención por los asuntos de la política y del poder religioso, la incultura generalizada frente a un grupo de ilustrados sin arraigo… Una dura realidad que marca esta época, atrapada entre la expectación que suscitaron aquellas luces y el pesimismo de tantas tinieblas. Y más allá de los celajes provincianos, se libran grandes batallas políticas, económicas y militares que cambiarán el rumbo y la percepción de aquel imperio herido.
El gran protagonista del relato es José Cidón, un doctor que ejerció la sanación ajustado por concejos con la jurisdicción condicionada por derechos de señorío y de abadengo. Este personaje sobrevuela todo el libro y vuelca en él sus conocimientos, la concepción sociopolítica de un hombre ilustrado, sus excentricidades y una sugerente personalidad. Los avatares de los curas rurales y el cenobio de frailes franciscanos, custodios de Nuestra Señora del Valle, constituyen el otro centro argumental.
En este libro no encontrarán personajes arriscados, ni hombres y mujeres de leyenda… No son los amores, ni el ardor patrio, ni las grandes epopeyas, lo que da vida a este libro. Es el ansia por el conocimiento, por la libertad, la lucha silenciosa y comprometida con el progreso frente a la resistencia más empecinada a cualquier cambio, las nuevas ideas que llegan de afuera, la capacidad de sufrimiento de la gente humilde, sus decires, sus vivencias, y al fin, la quiebra resignada de esa esperanza que traían los ilustrados y la vuelta, a veces dramática, al tradicionalismo más zafio.
La historia y la ficción no tienen porqué ser cuestiones enfrentadas. Además, sabemos que la historia contada, no siempre es fiable; pero quedan pocas dudas si decimos que la verdad histórica está en la vida cotidiana de la gente. Y en ese campo juegan los personajes centrales de mi novela. Al abordar el trabajo, se decidió otorgar el protagonismo a los asuntos de carácter local y a una trama cercana y reconocible. Pero también a la idea de que el texto habría de tener los ingredientes suficientes para llevar al lector a un tiempo que, a pesar de conocerse como Época de las Luces, sigue siendo la etapa más oscura y enigmática de todas las Españas.
Así pues, aunque El Valle de Santa María pudiera entenderse sólo como una recreación literaria de otro tiempo, sería cosa apresurada y errónea. Muchas de aquellas debilidades y fortalezas tienen hoy plena vigencia; si bien ahora se nos presentan con una apariencia de modernidad o quizás ni eso.
Este libro busca, sin complejos y con un estilo directo y decidido, poner en valor el paisaje y el paisanaje, pero también la fuerza de las relaciones vitales, la extraordinaria precisión y la riqueza del vocabulario rural, y al fin, el doloroso éxodo hacia otros lares del valor del conocimiento y la cultura de aquella gente.
No deseo finalizar esta breve intervención sin reiterar mi agradecimiento al Círculo Cultural de Telde por su meritoria labor cultural y social, a todos ustedes por acompañarme en este acto que nos ha sido imposible convocarlo antes. En la seguridad de que sabrán valorar adecuadamente los aciertos que tenga este libro y disculpar mis muchos errores.
A todos y todas, muchas gracias y buenas noche.
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