A la temprana edad de siete años, Angelita Suárez aprendió a ordeñar vacas y hacer queso a la sombra de su abuela en los corrales del barranco de Los Cernícalos, en el pueblo de Lomo Magullo. Más de seis décadas después, aquella niña de tradición ganadera se convirtió en maestra quesera y en la única mujer ganadera aún en activo del municipio teldense.
"Aprendí antes a hacer queso que a rezar", exclamó Angelita con nostalgia mientras sacaba del frigorífico sus muestras de queso de mezcla de cabra y oveja, tiernos o curados, que han sido premiados en varias ocasiones en ferias insulares e internacionales, como la World Cheese Awards 2012.
A modo de simulacro, con una hoja de Gamona enganchada por una espina de tunera, Angelita recuerda pasar las tardes de su infancia con su abuela en la quesería familiar donde aprendió "la maña, que ya la vida se encargaría más adelante de ofrecer la oportunidad para desempeñar el oficio", añadió la maestra quesera.
Viuda y con seis hijos que alimentar, Angelita comenzó de manera profesional en la ganadería con una única cabra llamada Sinchal de raza canaria hace 30 años. Con una producción de un kilo de queso diario, esta vecina de Lomo Magullo comenzó a criar a sus propios baifos y carneros hasta tener a día de hoy un rebaño de 200 cabras y ovejas en los cercados de su casa.
"Cuando murió mi marido y tuve que sacar adelante a mis hijos yo sola, me planteé poner en práctica todos los conocimientos heredados de mi familia y encargarme de todo el proceso de producción de leche, desde la crianza del baifo hasta su colocación en el molde quesero", apuntó Suárez, quien añadió: "Un oficio, que no entiende de horarios ni vacaciones, ya que mis animales esperan que les alimente mañana y noche".
Con el espíritu luchador que le caracteriza, Suárez consiguió abrirse camino entre los ganaderos locales, que desde el principio le ofrecieron su apoyo. No tan comprensivas se mostraron algunas mujeres del pueblo, que no entendieron el por qué una mujer realizaba labores propias de hombres. "Algunas vecinas me dicen que no tengo necesidad de estar haciendo un trabajo tan pesado, como el de ganadera, pero yo les respondo que como el médico, también existe la médica y al ganadero, la ganadera", destacó Angelita, quien matizó: "Creo en la igualdad entre hombres y mujeres en cualquier ámbito de la vida".
A sus 73 años la jornada de Angelita comienza antes de que el gallo cante al amanecer, reza un Padre Nuestro para que Santa Rita proteja de enfermedades a su ganado y baja al corral a dar de comer a los animales. Posteriormente, limpia el corral y se encarga de almacenar el pienso que necesita para la semana. A media tarde se recluye en la quesería y empieza a elaborar de manera artesanal el producto lácteo. Y, por la noche, vuelve a dar de comer al rebaño.
Como en todo corral, siempre hay una oveja negra y, según Angelita, ella misma se ha sentido en alguna ocasión la diferente entre las mujeres de su generación del pueblo, "ya que además de hijos he tenido que criar baifos y carneros para ganarme 'la leche' de cada día", bromeó la ganadera.
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