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Don Ezequel López Cabrera, |
En la noche de ayer viernes tuvo lugar el pregón de las fiestas en honor a San José de Las Longueras en el barrio que lleva su mismo nombre. Dicho pregón fue presentado magistralmente por el locutor del programa El Mostrador de Radio Faycán, Don Ezequel López Cabrera, que presentó en primer lugar al bolerista Alberto Pereira.
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Alberto Pereira |
El bolerista Alberto Pereira interpretó algunos temas de su propia cosecha con ese romanticismo que le caracteriza, demostrando una vez más su profesionalidad musical y consiguiendo que retrocedamos nuestras mentes para recordar esos boleros de siempre.
Seguidamente, después de leer su biografía por parte del presentador Don Ezequiel López, se dio paso a la pregonera de las fiestas.
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Doña Guadalupe Santana Suárez |
Un pregón ofrecido en formato poético donde, una vez más, Guadalupe demostró que domina como la que más el mundo de la poesía.
Cerrando dicho acto, el grupo musical Atacayte.
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El grupo musical Atacayte |
El grupo musical Atacayte nos deleitó con su sabiduría musical ofreciéndonos varios temas de su autoría con un estilo musical que sin duda alguna gustó a todos los allí presentes.
Teldeenfiestas.com ofrece un vídeo del pregón íntegro, así como otro de la actuación del bolerista Alberto Pereira y próximanente un vídeo de la actuación del grupo Atacayte.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE TELDEENFIESTAS FOTOS DEL PREGON AQUI
PREGÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES
Buenas noches. (Personalidades) Vecinos de San José y foráneos, Señoras y señores todos, sean muy bienvenidos a este lugar donde me siento muy bien hallada.
Al comenzar mi
intervención, es de rigor mostrar primeramente mi gratitud a Agustín Cabrera,
que ha sido el culpable de que se barajara mi nombre para la distinción que se
me ha concedido esta noche. También, y por extensión, a la comisión de fiestas
de este barrio, por tener a bien que sea mi persona la que dé el pistoletazo de
salida a estas fiestas de San José 2013. Así como a todos los medios que se han
hecho voz de esta circunstancia y a aquellos que están aquí recogiendo lo que
acontece. A mi madre, a mi familia y amigos por desplazarse a escucharme y a
todos en general. A Alberto Pereira que ha abierto magistralmente esta
intervención y sobre todo, a los que la cerrarán, al grupo Atacayte, que han
tenido la deferencia de acompañarme altruistamente en esta velada y a los que
les quedo eternamente agradecida por tal obsequio y al que muestro desde esta
tribuna mi más fiel reconocimiento, respeto y admiración, loando siempre el día
en que la vida les puso en mi camino para que hicieran de mis sencillas letras,
un canto a la vida, a la esperanza y al amor a esta bendita tierra, como
seguidamente y acabado mi pregón podrán comprobar ustedes.
He de
agradecer a las familias con las que he podido contactar, su beneplácito para
que algún familiar sea nombrado en estas letras y disculparme si alguien, una
vez haya finalizado, cree que me ha faltado pronunciar el nombre de alguna
persona.
Todos ustedes
saben que no soy nacida aquí, pero si que vivieron en la calle Tasarte mis
queridos abuelos y mi pregón se basará en mis días felices en este recordado
pueblo, cuando pasaba en su casa un fin de semana o algunos días de asueto.
Hablaré de aquel pueblo que yo encontré en mi infancia que, por supuesto, poco
tiene que ver con lo que se ha convertido hoy al ritmo y paso de la ingente
modernidad como tantos otros.
Para mí, que
he nacido y me he criado en una casa terrera de 150 m . Era toda una aventura
venir a casa de mi abuela, a la que aún le quedaban 6 hijas en casa, y cuando
llegaba la noche, abrir una legión de camas plegables para dormir ¡y claro!
Imagínense lo que suponía el simple hecho de, para desplazarte por la
habitación, tener que andar sobre las camas, cosa que, por supuesto, mi madre y
en mi casa me tenía absolutamente prohibido. Ya sabemos lo que es en la niñez,
tener que hacer en un sitio lo que te prohíben en otro…
También aquí,
en casa de mi abuela, supe por vez primera lo que era el Nesquik, el jamón
serrano o el cuero de cochino con bizcocho de Agüimes. Jugué con la mona
Juanita y con un pastor alemán llamado Ritintín. Y como anécdota amorosa,
recuerdo que mi abuela decía siempre que cuando mugía la vaca, llamaba a mi
abuelo: ¡Juaaaannn! Eso lo recuerdo con muchísimo cariño…
Bien, en este
pregón intento un poco, reflejar con mi recuerdo, que mirando a través del paso
de los años, al fin y al cabo, fue una niñez feliz si la comparamos con ciertos
aspectos de la niñez de algunos niños de hoy, pues nuestra generación fue la de
la infancia que aún no teniendo nada, nos conformábamos con todo y en la niñez
de hoy, lo tienen todo y no se conforman con nada… Es una reflexión que
debiéramos hacer para recuperar algunas cosas de entonces.
Y dicho esto,
que ha sido la introducción, paso a leer lo que será en sí el pregón, que, como
todos los que hago, está confeccionado en verso y que espero que sea del agrado
de todos los aquí presentes.
PREGÓN
DE LAS FIESTAS PATRONALES
SAN
JOSÉ” -2013-
Ante
el sorpresivo honor
que
me encomienda la vida,
he
de ser agradecida
para
decir con valor,
que
intentaré con amor
dejar
la huella prendida
a
la luz que, conmovida
encienda
en vuestro interior.
Yo
retornaré a mi infancia
y
abrazaré mi recuerdo.
Aquella
niñez que muerdo
es
la que cobra importancia,
porque
pervive en la estancia
donde
ya mis pasos pierdo
y
olvidándome, me acuerdo
de
mi inocente ignorancia.
Con
ella anduve en la calle
donde
viviera mi abuela…
Mi
remembranza es estela
para
ver cada detalle,
de
la granja en que me halle
cuando
mi recuerdo vuela
y
mi corazón anhela
que
su imagen no la calle.
Y
que recuerde a “Panchito”
con
su cachimba en la boca,
pero
su memoria loca
la
buscaba como un rito.
Si
mi mente yo ejercito
a
mis sentidos trastoca,
la
alfalfa seca que evoca
el
olor que les transmito.
Yo
rememoro el camino
que
hasta el barranco bajaba…
¡Y
cómo me deslumbraba
aquella
ropa de lino!
Siendo
una piedra el destino
que
su blancor expresaba,
mientras
la acequia llevaba
un
canto de desatino.
También
sirvió aquel caudal
para
lavar impecable,
la
melena inolvidable
de
mi tía, que al final,
de
una forma magistral
aquella
“toga” entrañable,
secaba
al sol implacable
en
la azotea vecinal.
Si
quiero y cierro los ojos
veo
andar a los chiquillos,
con
la alegría en los bolsillos,
cargando
con los despojos:
-Muebles
viejos y rastrojos-
para
que los amarillos
en
la hoguera sean castillos
que
se mezclan con los rojos.
Cuando
la esquina he doblado
con
mi inocencia asustada,
se
ha quebrado mi mirada
ante
“Juanito el quemado”
que,
con sus ojos me ha hablado
y
su bondad derramada,
calma
la inquietud causada
por
la visión de su estado.
La
tienda de “Francisquita”
conocía
mi presencia,
pues,
mi abuela con frecuencia
me
mandaba de visita…
¿Tú
eres nieta de Lolita?
Preguntaba
su impaciencia
y
buscaba la evidencia
del
rasgo que no se evita.
La
otra tienda, de Fermín,
-allá
por la carretera-
cuando
ni asfalto ni acera
nos
tapaba aquel jardín.
Mi
niñez llama sin fin
a
“Margot la costurera”,
“Carmita
la panadera”
y
aquel ciego cantarín.
Y
a “Rafael” –con su burro-
que
a vender “chochos” venía
y
entonces, la algarabía
a
la que en mi voz recurro…
Con
los años yo discurro
que
era la forma que había
de
hilar la mensajería
a
través de aquel susurro.
No
se me puede olvidar
la
imagen del “Matadero”
y
aquellos “cachos” de cuero
que
no he vuelto a degustar.
Y
a veces, puedo escuchar,
aquel
sonido certero,
si
el afilador austero
su
armónica hace sonar.
Yo
esperaba en el Zaguán
la
llegada de mi abuelo
y
corría hasta aquel cielo
de
sus brazos de galán.
Su
uniforme era un imán
a
los ojos de mi anhelo
y
abrillantaba con celo
sus
botas como alquitrán.
En
esta plaza que fuera
granja
en que recuerdos muevo,
aquella
cesta de huevos
mi
evocación abandera…
Manos
de abuela que espera
los
abrazos que renuevo
y
en mi corazón conmuevo
su
semblanza verdadera.
Luego
de venir la muerte
a
llevarse de la mano,
a
unos tarde, a otros temprano,
me
pone en frente la suerte…
El
reto de que despierte
la
emoción del pueblo llano
y
haga que lo cotidiano,
dormido
de ayer, despierte.
Y
aunque cortas sean las fiestas,
no
dejen de celebrarlas.
¡Vengan
todos a gozarlas!
y
harán grandes las modestas.
En
sus manos van las gestas
y
sólo podrán ganarlas
si
todos quieren contarlas
con
sumas, y no con restas.
Mientras
haya corazones
dispuestos
al sacrificio.
Mientras
no muera el bullicio
y
haya un canto en los balcones,
encontraremos
razones
para
hallar el beneficio
de
resolver el prejuicio
al
son de las ilusiones.
San
José… Tú que te asientas
al
borde de mi alegría…
Igual
que diste a María
cobijo
entre las tormentas,
no
permitas ni consientas
la
terrible tiranía,
porque
tu pueblo confía
en
la fe con que le alientas.
Como
al niño protegiste,
protege
a tus feligreses
y
bendíceles con creces,
en
la bondad que exhibiste…
Donde
la tristeza embiste
Tú,
das fuerza y enriqueces
y
es por eso que mereces
el
fervor que por ti existe.
Hasta
aquí Tú me trajiste…
Para
siempre en mí te meces.
¡VIVA
SAN JOSÉ!
Guadalupe Santana
Suárez ©
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