
Por culpa de miedo ambiente y el seprona (el cabildo), los grantabaiberos han ido abandonando sus casas, sus tierras, sus pueblos, y ello prefiriendo vivir en sus barrios, en sus tierras, con sus vacas, con sus cabras, con sus ovejas, con sus cultivos, con sus siembras, con sus árboles frutales, con..., ya que con ello, pueden sobrevivir, como sus antepasados, y desde siempre, ya que la agricultura y la ganadería es la mayor garantía de una economía suficiente para vivir dignamente, y ello practicando la ganadería y la agricultura aún en
laderas y barrancos. El ganado y el cultivo han sido las únicas y más seguras fuentes de ingreso, pero por culpa de las multas irracionales y ridículas, con cantidades descomunales, han desgraciado el pastoreo y el atender la tierra, que son abandonados, unos y otras. Da la impresión, hay una guerra subliminal, entre gente del campo –campesinos- y el cabildo, que sostiene un doble ejército contra pastores y cultivadores, ganando los primeros, a los que nada les importa desaparezca el sector primario, toda vez que es eso precisamente lo que persiguen y casi consiguen. Por ello, cada vez son más los que se dan de baja de lo que siempre han hecho y es lo único que saben hacer, para ir del propio lugar al paro, para salir ganando, pues el dineral que tienen que pagar por las multas por cualquier cosa que hagan es de auténtica ruina, y ante la imposibilidad de poder pagarlas, algunos toman la decisión de quitarse de en medio suicidándose dejando viudas e hijos a una suerte de incertidumbres inimaginables. Ya es grave, que en lugar de crecer el número de cabezas de ganados y el cultivo, al ser más cada vez más, es todo lo contrario: cada vez menos tierras cultivadas y cada vez menos animales si exceptuamos el número de los perros, los únicos que crecen o aumentan de forma muy considerable. Está más que claro, que a la clase política y gobernante –incluidos los ajuntas y mientos- a nadie les importa e interesa frenar este estado de cosas, porque tercos como mulas, no hacen caso a lo que hasta los tontos ven con meridiana claridad: que cambiar esta cultura (agricultura, y la tradición y sabiduría del pastor), del campo y el campesinado, donde siempre hubieron pastores y agricultores, ganaderos y agricultores, por nada y castigarlos por todo, ha sido lo más absurdo y sin sentido jamás realizado o hecho, en ningún lugar del mundo, pues es precisamente todo lo contrario, lo que todos y en todas partes procuran: interés e iniciativas para mantener lo que garantiza la riqueza y una economía boyante. Nunca se vio en la Historia de estas islas –incluida la conquista- nada más duro, dañino y absurdo. Y así, ver a un joven pastor, será –es- una opción imposible; no hay ni uno (tan tonto, que cuide ganados para pagar multas que la leche de las ovejas no les alcanza ni para una mínima entrega, y más aún cuando un litro de agua cuesta más que uno de leche y ésta ha de obtenerla por medio de piensos y granos comprados al importador cabildo que vive de ello [y de las multas y sanciones]). El problema es, saber qué estrategia emprenderán los excampesinos, para sustituir sus tierras y animales, y saber por qué cambian vacas y surcos.
El Padre Báez.
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