miércoles, 16 de enero de 2013


Esta isla gran tabaibera...

... no lucha por su sector primario (ganadería y agricultura). Nuestra dependencia es casi al 98 % de los demás, para vivir; con lo nuestro, no sobreviviremos, si hubiera una hecatombe o un conflicto o tal vez una simple huelga en los puertos que nos importan. Es mentira, seamos autónomos, ni comunidad, ni nada;
somos una colonia, y nos traen la comida como el alpiste al pájaro en jaula, si no se muere; lo mismo nos pasará. Nadie se moviliza. No tenemos líder que capitanee una guerrilla. Ya esto, no es vivir en paz. El hambre cabalga a sus anchas entre nosotros, y todos callan. Se puede estar gestando una guerra. Y eso, que éramos una gran isla, y entonces hasta nos llamábamos “Gran Canaria”; hemos devenido a un “gran tabaibal”, sin más, con solo pinos y retamas, sin nada que echarnos a la boca. Somos -si nos la dejaran trabajar el miedo ambiente (o séase: el cabildo y su seprona)- muy rica en recursos agrícolas y ganaderos. No explotamos nada; nos explotan. Tenemos un grave, gravísimo problema: el miedo ambiente, no deja tocar la tierra, ni tener un animal (a no ser que sea un perro). Tenemos –tendremos “incendios”, porque el “combustible”, está al alcance y es muy abundante al no haber ganado que se coma lo que va a arder (a no ser que un ejército de bomberos  estén más de medio año en previsión, consumiendo millones en sueldos sin producir nada). Esto, es una ruina total. Se paga, por no producir, sino por estar. Y son más de 200 (los bomberos vigilantes), ¡y más que pondrán! La gente está triste; no hay alegría (arzón por la que este año, me propongo activarla con citas y llevarla a mis programas de Radio, con algún chiste y bromas). Tenemos dos gobiernos; y no hay gobierno, sino un desgobierno. Un gobierno, sin poder. No se administra; se roba. Se hacen boberías como embellecer la isla ¡con miles de euros, cuando no hay para asuntos sociales (y es un pobre ejemplo)! Solo los que gobiernan son ricos, sin trabajar. El ejército es como un parásito, no hace nada y gastan como cosacos, en ropas, comidas, desfiles y en carreras pedestres y otros deportes. La isla sufre hambre, persecución, control, miedo... Los jóvenes talentos, se marchan a dar lo mejor de ellos a otros. Se nos quedan los parados, y los drogadictos. Siguen entrando los inmigrantes, para los que no hay trabajo (¡no lo hay ni para nosotros!). Y no hay freno, ni control. No hay dinero. No dejan tocar el campo, que es fuente de trabajo, de riqueza, de comida. Los partidos políticos y los medios de comunicación sociales, están todos comprados, y solo nos hablan del carnaval y del fútbol, como si con eso comiéramos (pero nos entretienen, embobecen e idiotizan). Crecen los suicidios (no nos informan de ello, para evitar el contagio, y se les imite). Estamos sin identidad, celebramos la de otros (¡la de todos!). Estamos despersonalizados, españolizados, gobernados desde fuera. La isla se vuelve una selva impenetrable, sin más; preservada, protegida, vigilada. El campesino, se siente impotente; les han esquilmado y quitado su territorio (siendo el mayor en esa faena –quitar tierras- el cabildo). Ningún beneficio aporta ya la tierra; vetada, prohibida, multada. Se ha roto el ecosistema; se destruye un estilo de vida tradicional, y no se les sustituye por ninguno. Solo paro, hambre, delincuencia. Se liquida el pastoreo, y la labranza. Cáritas, está a reventar. Las Parroquias se convierten en dispensarios (gente sin fe, sin culto, sin sacramento, sin evangelio, sin hambre de Dios, solo para coger la comida que les dan los que son más pobres, pero que tienen fe, y  que comparten lo que tienen, pero ellos, sin comer la Palabra de Dios). La Iglesia, sacándoles las castañas del fuego al gobierno, que no dan nada, no dan ni trabajo (cerrando el campo a cualquier actividad, que no sea la de plantar: madroños, acebuches, y cardones). Se viola el derecho humano del trabajo, y otros. No hay desarrollo, sino retroceso. No hay paz, sino sufrimientos. El miedo ambiente daña al medio ambiente. Atentan contra la vida de los campesinos (ya se cuentan los que se han suicidado por multas y cárcel, sin cometer ningún delito, sino hacer lo normal (abrir un camino existente entre la maleza, vallar una plantación para evitar se la coman los conejos; plantar algo en tierra con algo protegido [una retama o un verol]); levantar una pared que se cayó, etc., etc. Nadie pide la desaparición del cabildo, que destroza la agricultura y obstaculiza la ganadería, que son las fuentes de la comida y la salida de la crisis. Los de la administración –conocedores de permisos y normas- son impunes y rompen y destrozan cuanto quieren sin que la ley exista para ellos... Así anda esta desgraciada isla, sin esperanza, con mucho pesimismo. Y el cambio se ve muy lejos, y tanto, que muchos –por la edad- no lo verán.

El Padre Báez.

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