Don Jose Luis Macías Alonso. |
Hoy viernes comenzaron las fiestas culturales en el barrio de El Goro, en honor a su patrona Nuestra Señora de Lourdes.
Hoy tuvo lugar sobre las 20:00 horas, el pregón de sus fiestas que, en esta edición 2012, lo realizó el subdirector de teldeenfiestas.com, Don Jose Luis Macías Alonso.
En la plaza se encontraba gran cantidad de vecinos, así como representantes de M.I. Ayuntamiento de Telde.
Una vez finalizado el pregón tuvo lugar una exhibición de bailes latinos y, para cerrar dicha velada festiva, una noche Dj.
Teldeenfiestas.com, presente en dicho acto, ofrece un reportaje fotográfico.
Además ofrecemos el texto íntegro del pregón ofrecido por Jose Luis Macías Alonso.fotos del acto
FIESTAS CULTURALES – BARRIO DE EL GORO
TELDE, A 12 DE JULIO DE 2012
PREGÓN DE LAS FIESTAS.
Por. José Luis Macías Alonso.
Sra. Presidenta de la Comisión de Fiestas, distinguidas autoridades del MI. Ayuntamiento de Telde, queridos vecinos y vecinas del barrio del Goro, amigos y amigas.
Antes que nada, agradecerles a todos y todas su presencia aquí esta noche y espero dar unas pinceladas acerca de la historia de este singular barrio de la Gran Ciudad de Telde.
Bajo la omnipresencia de los vientos ascendientes por las laderas de Silva y que se pierden en la lejanía camino de las tierras sureñas, en un enclave estratégico y que fuera fuente de innumerables recursos para la subsistencia, se enmarca el barrio del Goro.
Su nombre proviene de la existencia allá por los tiempos aborígenes de hoquedades en el interior de la tierra, unas veces de origen natural y otras, artificial.
En la mayor parte de la veces, el desplazamiento de tierra daba lugar a la exposición de esas especies de cuevas o gargantas, también denominados apriscos, que posteriormente serían aprovechadas por el ser humano para la vida diaria.
En un principio, para guardar el agua proveniente de las abundantes lluvias y, en la mayoría de los casos, para la crianza, guarda y custodia del ganado.
En algunos casos llegaban a ser tan profundas, hasta de cinco o seis metros, que, según marcaba la tradición aborigen, servirían para encarcelar a aquellas personas que cometían uno de los cuatro delitos castigados con la pena de muerte.
Los aborígenes, ilustres testigos del tiempo y la evolución, consideraban cuatro acciones como delitos imperdonables que debían ser duramente castigados.
- Robar.
- Violar o violentar con la vista a una mujer.
- Huir en caso de guerra.
- Matar a un semejante.
La sentencia era clara, pero el hecho de quitar la vida de forma directa se consideraba impío a juicio de los aborígenes, por lo que su acción se ejecutaba de otra forma.
Aprovechando la existencia de los goros, los aborígenes introducían a quienes habían cometido alguno de los delitos y se aseguraban de que no pudiera escapar.
Le proporcionaban agua y comida para un par de días y luego los dejaban morir.
Se decía que el lamento de las víctimas próximas a su fatal destino era tal que desde lejanas zonas se escuchaban, aullidos que, al relacionarlos con la mala acción cometida, creaba un sentimiento miedo y rechazo absoluto a la comisión de delitos, poniendo de aviso cual era el final de quien se atrevía a cometerlo.
Tiempos más tarde, con la llegada de los castellanos y la antiquísima práctica de judicialización aborigen totalmente extinguida, el uso de los goros se destinó a la guarda de ganado y aperos de labranza.
En un terreno hostil e inhóspito, aquellos adelantados a su época emplearon golpes de mazo y palanca para arrancar de las entrañas de la tierra aquellas lozas de caliche y dejar bajo los cálidos rayos de sol la tierra buena para cultivo.
Dadas las considerables extensiones de tierra de los lomos del hoy barrio de El Goro, una parte se destinó al cultivo de pepinos, tomates y flores, mayoritariamente, y otra a las denominadas fincas de sueltas durante el invierno, donde cabras y pastores vislumbraban, desde una óptica privilegiada, los amaneceres en la impresionante bahía de Gando.
Una de las anécdotas simpáticas de esta práctica era la figura del pastor. Ángel protector, criador y fiel amigo de su ganado, pero no dueño.
Como a modo de repartidor, el pastor y guía de cabras y ovejas de propietarios de todo Telde, recorría los caminos reales y pasajes embarrancados para llevar a los animales hasta las casas de sus propietarios, de quienes recibía como pago a su trabajo gofio, millo, legumbres y, en casos poco frecuentes, parte del propio ganado.
Sin lugar a duda alguna, un sistema de subsistencia en el que el dinero no tomaba protagonismo ni presencia; tan sólo la voluntad y el esfuerzo, o como decimos en ocasiones, lo comido por lo servido.
Siguiendo con la importancia de la existencia de los goros, en la subida del aeropuerto al barrio, a la vista de todos y medio en ruinas, se mantiene el que fuera uno de los hornos de cal, junto con la ingeniería azucarera, más importantes de Gran Canaria, y que se mantuvo en producción hasta los años setenta.
Para blanquear, y para construir cuando no había cemento. Esas son varias de las múltiples finalidades que tenía el aprovechamiento de la cal.
Quizás una de las más empleadas en la época y menos conocida a día de hoy era la de impermeabilizar las acequias, aljibes y estanques con cal, técnica a la que hace especial mención D. Juan de León y Castillo en su obra “Cal, elemento imprescindible para impermeabilización”.
Como decía el popular dicho, “las lluvias de marzo y abril son más deseadas que los tesoros del Rey David”. Siguiendo este simpático refrán, a fin de guardar y conservar el agua de lluvia, prioridad para los vecinos del barrio, se lanzaban, una vez al año, bloques de cal al fondo de los depósitos, con lo que se evitaba la putrefacción del escaso bien.
Una de las propiedades quizás tan desconocida como beneficiosa de este material es su capacidad para evitar la aparición y propagación de enfermedades y epidemias; aún a día de hoy son muchas las iglesias que conservan encalados de cal.
En cierto modo, es curioso como la acción de aquellos hombre y mujeres que, pese a estar adelantados a su época, contaban con menos recursos, técnicas y maquinarias de las que tenemos actualmente, pudieran tener tanta relevancia y protagonismo en la sociedad que hoy nos toca vivir.
La consideración del agua como un bien escaso y que debía cuidarse por encima de todas las cosas; el aprovechamiento al máximo de terrenos y condiciones climáticas pese a ser adversas; la unión de todos y todas, niños, adultos y mayores, en tiempos de adversidades; el respeto entre las personas y el medio natural que habitan, como sinergia de un perfecto y sostenible equilibrio evolutivo, parecen pilares que marcaron un claro progreso hacia tiempos mejores pero que, a día de hoy, dan la sensación de haber caído en la más absoluta obsolescencia, como resultado de una sociedad consumista y sin valores.
Debemos aprovechar cada pregón, cada fiesta, cada reunión y cada momento de charla con nuestros vecinos y amigos para reivindicar la importancia y necesidad imperiosa de construir un modelo de vida basado en un desarrollo sostenible y mejor aprovechamiento de los recursos naturales, evitando así que sigan perdiéndose los valores de respeto y amor a esta tierra que no hace mucho tiempo mató el hambre a cientos y cientos de personas.
No quiero terminar mi pregón, sin decir que la única forma de progresar es avanzar unidos; es cierto que cada quien tiene sus gustos y preferencias; sus ideas y sus creencias; más dinero o menos dinero; todas ellas perfectamente respetables, por muy diferentes que sean unas de otras. Pero lo que si es cierto es que en la causa común, cuando se trata de persona a persona, debemos cerrar los ojos y hacer fuerza para vencer las adversidades; el alma, el coraje, y la solidaridad nos debe tocar a todos por igual. Son estas formas las que nos convierten en seres adelantados, en aborígenes de estos tiempos, en pueblo.
Para concluir, agradecer enormemente la invitación de la Comisión de Fiestas para leer el pregón de las Fiestas del Goro 2012; a las diferentes autoridades, miembros del MI, Ayuntamiento de Telde que se han desplazado hasta aquí en la noche de hoy, a todos los vecinos y vecinas del barrio del Goro por permitirme el placer de hablar de este singular paraje, a los medios de comunicación que trabajan para que las fiestas no caigan en el olvido y, de forma muy especial,
a D. Antonio María González Padrón, Cronista e Hijo Predilecto de la Ciudad de Telde y, como no, un gran amigo al cual le debo mucho de mi saber.
Muchísimas gracias a todos y a todas y, desde este momento, declaro pregonadas las fiestas del Goro 2012.
Buenas noches y muchas gracias.
Ciudad de Telde, a 13 de julio de 2012
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