martes, 18 de mayo de 2021

DÉCIMAS DE ZOZOBRA II POR Guadalupe Santana Suárez

DÉCIMAS DE ZOZOBRA II

VIII
En mi anochecer incierto
afirmo ver la sonrisa
que era señal y baliza
para regresar a puerto.
Tengo que soñar despierto
para ver el trigo verde
que entre sus ojos se pierde
mecido en el aire fresco
y en mi recuerdo florezco
mientras su memoria muerde.

IX
Era el farallón más claro
que adornaba mi colina,
como el sol cuando declina
buscando en el monte amparo.
Fue su adiós como el disparo
que suena en el infinito
y que el eco con su grito
te lo viene repitiendo…
Sin ella muero viviendo
como un álamo marchito.

X
Quizás, me aferre al pasado
como me dice mi hijo
cuando miro al crucifijo
y le reprocho mi estado.
Quizás, viví acostumbrado
a su pelo de maíz,
su boca de regaliz
o sus manos de alabastro;
quizás, mi pena la arrastro
sólo porque fui feliz.

XI
Soñé para mi vejez
a mi amada en la goleta,
entre mis brazos sujeta
al sol de la madurez.
Sin tener, por una vez,
que volver para encontrarla
y en la tarde acariciarla
a la espera de la luna,
pero no tuve fortuna
y he tenido que enterrarla.

XII
Ella fue siempre a mi espera,
la danzarina del agua
confundiéndose su enagua
con la espuma en la ribera.
Era siempre la primera
sonrisa que yo avistaba;
de mi corazón aldaba
para abrirlo a su ternura
y en mis noches de amargura
fue su voz dulce guayaba.


XIII
Por eso es que echo de menos
esos cálidos abrazos
y me rompo en mil pedazos
ante mis noches de truenos.
Yo pienso en los brazos llenos
de Dios, mientras que los míos
los ha dejado vacíos
de su espíritu celeste,
aunque la vida me cueste
quiero yo sus besos fríos.

XIV
Perdón, por negar la vida
y por querer mi naufragio,
pero es que sólo contagio
la congoja de mi herida.
La mar se ha visto crecida
con lo salado del llanto
que en las horas del quebranto
resbala por las brazolas
cuando lloro y grito a solas
y mi ser lo solivianto.
Guadalupe Santana Suárez ©

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