lunes, 20 de febrero de 2017

Finca Alba, parque temático del pasado en Telde Está en Lomo Cementerio, posee 30.000 metros cuadrados y es una iniciativa de José Dávila






La antigua tienda de aceite y vinagre de Panchito Jiménez, hoy en la Finca Alba (Foto Finca Alba)


TELDEACTUALIDAD

Telde.- Algo más de 50 metros por un estrecho corredor de entrada y el visitante siente que se ha subido a una máquina del tiempo. Es la sensación que despierta un paseo por la Finca Alba, el rincón de los sueños de un coleccionista de antigüedades, José Dávila. Tiene 30.000 metros y está en Lomo Cementerio. TA ofrece imágenes de la finca.




Panchito Jiménez, que regentó en Telde una de las tiendas de aceite y vinagre más pintorescas, auténticas y antiguas de Gran Canaria, dejó este mundo hace unos años, pero su espíritu sigue vivo en el recuerdo de los que tuvieron la suerte de conocerlo y en la sala de esta finca de Lomo Cementerio en la que Dávila custodia como un tesoro

las estanterías y muchos de los atarecos que conformaban aquel particular negocio. Los compró al poco de fallecer Panchito y reprodujo la tienda en su finca.



Fue esa la primera estación de la aventura en la que se embarcó, hace ya bastantes meses, este entusiasta empresario. Y en poco tiempo ha ido convirtiendo Finca Alba en una reproducción a escala humana del mundo que él y otros más viejos que él conocieron siendo niños. Una barbería, una botica (así se llamaba a las farmacias), una casa de las hierbas, una ermita y hasta una zona de lavaderos concebida como un homenaje a la mujer trabajadora, simbolizada en todas aquellas que iban a lavar la ropa a las acequias.



“Me gustan las cosas antiguas, tengo amigos que me las localizan, las compro y las meto aquí”, explica Dávila. Y no son meras copias. Ha recreado escenarios de otra época, pero con muebles y utensilios auténticos de esas épocas. Sin ir más lejos, la silla que preside su barbería procede de Ingenio y suma más de 110 años, una joya para anticuarios. El confesionario de la ermita, dotado de luz y cuya llave o pulsador es de porcelana, también supera el siglo. En la farmacia expone instrumental médico de principios o mediados del siglo XX, entre los que sobresale un fonendo de más de 70 años y un tensiómetro. Y en la casa de las hierbas está juntando una completa colección de plantas y sus remedios naturales en tarros identificativos donde se explicará qué hierba es y para qué males se usaba.



Pero, no contento con eso, Dávila no escatima ingenio para hacer más real su parque temático del pasado y cuida al detalle la decoración de las estancias. No falta, por ejemplo, un cuadro de Franco, de cuando la campaña de África, en la barbería; una antigua concha de plata con la que el cura, antaño, bautizaba a los críos sobre la pila o un boleto del sistema anterior a la ONCE, de 1937, que deja ver el poco tacto de la época hacia el discapacitado.



Preparada para visitas escolares

La Finca Alba ya se alquila para celebraciones de todo tipo. Cuenta con una zona de bar, mesas y sillas, un escenario y hasta un parque infantil para que los críos se entretengan. Pero entre los objetivos de José Dávila y de Miguel Florido, que es su estrecho colaborador en la gestión diaria de este complejo, figura habilitar la finca, con todos los permisos que para eso se requiere, como recurso didáctico para la visita de escolares. En esa línea buscan también abrirla a los turistas. Unos y otros podrían hacerse una idea de la forma en que vivían los canarios hace entre 50 y 100 años.



Además, en el mismo viaje chiquillos y guiris podrían hacer un pequeño acercamiento al mundo agrícola local. La finca cuenta con terrenos cultivados siguiendo los parámetros de la agricultura ecológica, y hay desde plataneras a todo tipo de hortalizas de temporada. Finca Alba ofrece asimismo un pequeño museo del agua y un pilar como los de antaño.



Fuente: Texto de Gaumet Florido-Canarias7.

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