domingo, 14 de julio de 2013

El cura que se hizo marinero

 Paco Martel, el que fuera párroco del barrio marinero de Valterra en Arrecife entre los años 1982 y 1986,y también del barrio teldense de Ejido,rememora durante la lectura del pregón en honor a la Virgen del Carmen los difíciles momentos de la huelga del sector sardinal en Lanzarote en los primeros años de la década de los 80. Martel recuerda cómo se echó también al muelle para apoyar a los marineros y la satisfacción que supuso la victoria de los trabajadores del mar.


"Todavía recuerdo aquella huelga grande que vivimos hacia el 84 donde las tensiones crecieron en aquellos días con peligro de sangre en la calle". 
El que fuera párroco de Valterra entre los años 1982 y 1986, Paco Martel rememoró durante la lectura del pregón de las fiestas del Carmen este barrio marinero de Arrecife los conflictos que se vivían en Lanzarote para evitar el cierre de las conserveras de pescado.

Un párroco que no dudó en echarse también a la calle en apoyo del sector pesquero de Lanzarote. "Creo que lo mejor de todo fue cuando tocó cantar y celebrar la victoria de los marineros. Fue una victoria que supo a todos a cosa divina trayendo la paz y un reparto más justo de lo que en él mar se pescara", señala Martel.

El sacerdote asegura que nunca olvidará "aquella vez que apoyando la huelga de los marineros tuve que hablarles encima de un bidón en el mismo muelle animándoles a seguir luchando para tener seguro el pan de los hijos en el futuro. Mi consejo aquel día fue el de aconsejar a los trabajadores que no parasen la huelga hasta que los patronos les subieran el salario y compartieran mejor las ganancias de la pesca".

Martel recuerda que en aquellos momentos de tensión animó a un marinero que era pieza clave en la huelga. "Le dije: Si tu paras la huelga tienes un pecado grande que te llevará al mismo infierno? Sé que el amigo me escuchó, y saliendo de mi despacho bajó la escalera y se fue al muelle algo nervioso. Allí supe que con valentía reunió a sus compañeros huelguistas y les dijo: Compañeros amigos, la huelga sigue y les animo a estar todos unidos porque la victoria será nuestra. A ser valientes porque la huelga sigue adelante aunque tengamos que pasar hambre", señala Martel.

El párroco afirma que lo que sucedió esa noche en el puerto de Arrecife "fue, en verdad, algo grande ya que a los pocos días el famoso cocinero de barco Ernesto, cristiano de pelo en pecho, tiraba voladores con los demás pescadores por la victoria conseguida".

Durante su pregón, Martel recordó también las veces que acompañó a los marineros a la pesca de la sardina. "Les digo que fueron ellos los que me enseñaron a ver la vida de otra forma, a amar al trabajador y a creer más sabiendo siempre esperar, y sabiendo aprender a echar las redes" dijo.
Unos marineros que no dudaban en animar al sacerdote a que siguiera rezando "para que ellos tuvieran más suerte y así pescar gran cantidad y venirnos pronto para Arrecife desde la costa africana", destaca. Eso sí, más de una vez el sacerdote tuvo que oír las quejas de algún marinero. "Oiga, don Francisco, baje del mástil a trabajar con nosotros porque estamos viendo que lo de usted es darse una buena vida rezando. Vemos que come y que no trabaja nada y que está mucho tiempo subido siempre en el Palo".

El párroco recordó también cuando se vistió con maderas la pared del altar de la iglesia de Valterra donde está el Cristo y cómo se envió a Gran Canaria la talla de la Virgen del Carmen Seguro a casa del artista autor de la bella imagen, Borge Linares "para que le hiciera un corte en el cuello y le bajase a la Madre la cabeza para que ella mirase hacia el suelo con cariño donde estaban sus marineros arrodillados agradeciéndole el fruto cogido en el mar del Sahara".

Martel no quiso olvidarse "del amigo Cristóbal Carrasco, el de Iberia el que hizo las gestiones para traerse de casa del Salao una campana que llamase a la gente a misa los domingos, campana que hiciera un poco ruido para muchos que se hacían sordos el día del Señor", dijo.

El párroco contó la emoción que tuvo al reencontrarse a su llegada a Arrecife con algunos de sus compañeros sacerdotes "como Pepe Alemán que estaba en San Ginés, Antonio Quintana que estaba en Santa Coloma, Juan Ramón que estaba en Argana... un canario defensor de todo lo nuestro hasta tal punto de llegar un día a poner la bandera canaria en el altar de la Iglesia".

"Como sacerdote me tocaba el arte de pescar marineros para que fuesen mejores cristianos, mejores padres de familia, menos bebedores y para que todos fueran muy felices no solo en el mar sino también en la tierra firme", subrayó según publica La Provincia.es 

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