EL REFLEJO.
¡Qué hermoso que tú describes
la porfía de esas aves,
que en su inocencia perciben
a un rival tras los cristales!
Y no es más que su reflejo
el que detrás lo apuñala,
así, también nuestro espejo
en el ego nos señala
por miedo a perderlo todo
cuando nacimos sin nada,
pues se nos presta la noche,
nos despachan la mañana,
se nos regala la vida
y le rompemos el alma
con la verdad subjetiva
con que nos vemos las caras.
¡Qué lindo que tú reflejas
lo negro del mirlo, y haces
que lo blanco del alféizar
adorne más su plumaje.
Igual que el toro miraba
la belleza de la luna
al fondo del manso río,
es más bello el desafío
del mirlo, bajo tu pluma.
Guadalupe Santana Suárez ©
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