Dicen, Señor, que no creo,.
porque ya no vengo a verte,
no me recreo en tu muerte
ni en la Liturgia te leo.
No me agrada ver al reo
que todos hoy rememoran
y luego, en la vida ignoran
tu ejemplo y tus enseñanzas
volviendo a clavarte lanzas
esos, que a tu paso lloran.
Yo no te busco, Jesús.
entre muros, ni entre el clero;
te miro en el aguacero
de una mirada sin luz.
Te veo en la inmensa cruz
que nos supone la vida
y cuando se haya perdida
la fe que habita en el alma,
es tu mano la que calma
en la mano que es tendida.
Veo tu cara de dolor
cuando un niño se entristece,
también verte me parece
en todo el que da su amor.
Tú, estarás alrededor
de los que sufren hambruna
y no hay iglesia ninguna
que te tenga en un madero…
Tú, duermes en un cajero
o en un callejón sin luna.
Te he visto en el intranquilo
pasillo, en los hospitales,
en comedores sociales
y en la puerta de un asilo.
En quien tropieza en el hilo
de la injusticia del mundo.
Te reconozco al segundo
en las acciones de quién
nunca mira con desdén
ni al pecador más rotundo.
Por eso es que yo no sigo
los pasos de cofradías ,
ni procesiones sombrías
para que me vean contigo.
Tú me acompañas, amigo,
en la creencia verdadera
que es mi religión primera:
ayudar al menos fuerte
y si es que no entro a verte
es porque te tengo ahí afuera.
Guadalupe Santana Suárez ©
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