“Hija de la simiente”
Hija fue de la simiente,
nació hermana del arado
y del sol, que se ha bañado
en el sudor de su frente.
Ante el viento indiferente
se afana en el labrantío:
cimbreando el cauce frío,
canta el agua una saltona
y el pinto que se emociona,
vocifera un desafío.
Bajo la luna furtiva
el gallo advierte la aurora
y sale la agricultora
a sembrar la tierra viva.
Mientras el pasto cultiva
para el yantar del ganado,
ya recogió otro sembrado
que será mies y semilla,
porque siembra, avienta y trilla
los frutos de su cuidado.
Y, cuando el cuajo en la leche
borda encajes de almidón,
son sus manos, corazón
que en la quesera pertreche.
Su afán, de que se aproveche
todo cuando da el plantar,
la lleva hasta transformar
el estiércol que enriquezca
y que en sus surcos florezca
el triunfo de su bregar.
Aparcera, es tu jornada
larga, y corto el jornal,
bajo el sol o el temporal:
sacho, batiente y azada.
Voluntad apasionada,
madurez y valentía;
tesón y sabiduría.
¡Campesina incontestable,
Trabajadora incansable,
Mujer de la tierra mía!
Guadalupe Santana Suárez ©
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