LA LUNA DE FEDERICO
“A García Lorca”
Buscaba tu alma la luna cuando se murió la tarde,
ella escondida no quiso, contemplar la felonía…
La lunera lloró rota, porque tu voz pretendía
que su aura diera luz a un acto cruel y cobarde.
Una nube corrió loca, confirmando aquel espanto.
Vociferando la infamia, la ennegreció el desconcierto.
Sin darse cuenta que al astro, lo dejaba al descubierto
exhibiendo la barbarie de tu cuerpo en un quebranto.
Aprovechando el fulgor, tronó insolente el disparo
y callaron tu latido mientras que la contemplabas.
“La lúbrica y pura luna”… es como tú la llamabas,
-ya ha perdido su blancor- Contigo murió su amparo.
Por entre los olivares van llorando los gitanos
y los potros de la muerte desangran las azucenas.
La luna se fue a la Alhambra derramando en sus almenas,
tu mirar de dulce almíbar y tus versos soberanos.
Pero cuando aquel recuerdo se abre como abanico,
la vergüenza de la luna la altera como granate…
“Maldigo mi brillo aliado” gime triste en el arriate
y entre susurros te llama –adorado Federico-.
Guadalupe Santana Suárez ©
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