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Quiero comenzar dando las gracias a todos por compartir
conmigo en esta noche algo tan especial como es dar el pregón de las
fiestas de mi barrio, Ejido.
Igualmente, quiero mostrar mi más profundo agradecimiento a La
Comisión de Fiestas por haber pensado en mi persona a la hora de
encomendarme tal honor.
Como ha dicho la compañera Aroa al presentarme, nací en este
barrio, en la que hoy es la C/ Fernando Estaban, antes una pequeña
vereda entre tierras de cultivo que agrupaba 3 casas. A los 7 años mis
padres cambian nuestro domicilio a la C/ García Escámez, justo
enfrente de donde nos encontramos y, desde entonces, he podido
presenciar, año tras año, el progreso de nuestro barrio y la celebración
de nuestras fiestas.
Por eso, para mí, hablar de las Fiestas de Ejido es hablar de
nuestra historia, de nuestra evolución y consolidación como pueblo. Es
hablar de un pedacito de mi historia y de la historia de cada uno de los
vecinos.
En ellas está la esencia, la inquietud y la ilusión de aquellos
hombres y mujeres que, sin más medios y recursos que sus ganas y
esfuerzos, iniciaron el bonito proceso de la creación de las Fiestas de
Ejido, dando lugar al primer movimiento social que nace en el barrio y
que llegan hasta el día de hoy celebrándose ininterrumpidamente,
cumpliendo en esta edición 71 años, años suficientes como para haber
vivido los hechos y los acontecimientos más importantes de nuestras
vidas.
Nuestras fiestas son unas grandes fiestas, con un gran recorrido.
Han tenido momentos espléndidos, llegando a ser una de las fiestas
más destacadas de Telde. También han vivido momentos más difíciles
pero siempre han sabido acomodarse y adaptarse a cada situación,
llegando a superar los obstáculos impuestos por los acontecimientos de
la propia vida.
Voy a detenerme, por un instante, en esa época dorada de
nuestras fiestas, que coincide con mi niñez. Quizás porque aún Pregón Fiestas Ejido 2014
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conservo en la retina, en esos ojos inocentes de niño, aquellos
momentos mágicos que me embargan de recuerdos y emoción.
Con el final de las clases y el principio de las vacaciones,
llegaban nuestras fiestas, que se iniciaban con el acondicionamiento
del barrio para la ocasión. Se engalanaban las calles con banderas, los
vecinos decoraban las fachadas de sus casas y se instalaban
guirnaldas de bombillas en las principales calles del barrio, que cuando
se encendían, dejaban ver todo un espectáculo de luz en unas calles
que carecían de alumbrado público y que a mí me recordaba a la Calle
Mayor de Triana por Navidad.
Otro gran acontecimiento era la llegada de los feriantes que
comenzaban a instalarse en el barrio según terminaban las Fiestas de
San Juan. Era un goteo continuo de llegada a cualquier hora del día,
por la mañana, por la tarde e incluso de noche. Eso, para nosotros, los
chiquillos de aquél entonces, era otra fiesta, pues ayudábamos, y tal
vez molestábamos, en el montaje de sus casetas de forma
desinteresada, aunque sabíamos que con esa ayuda seríamos
premiados con alguna que otra tirada gratis en las casetas de tiros o
con un refresco en la Caseta de Felipe, que era una de las que cada
año acudía fielmente a nuestras fiestas.
El momento más emocionante y quizás el más esperado, era la
llegada e instalación de la “pista de cochitos de choque”, o bien, como
decían nuestros padres “cochitos peligrosos”, porque raro era el año en
que alguno no dejara atrás una de sus paletas o se partiera el labio en
esta atracción.
Ya metidos en fiestas, recuerdo con añoranza la gincana
automovilística, todo un gran espectáculo lleno de divertidas pruebas,
donde todos disfrutábamos con el atractivo de los coches y el rugir de
los mismos.
Llegada la noche, el barrio se transformaba: la música de la
verbena resonaba por todo el barrio, las calles se llenaban de gente,
entre tómbolas, casetas y tabernas ambulantes que atraían a todo
aquél que transitara a su alrededor, con el humeante y sabroso olor de
sus pinchos a la brasa o la carne de cochino frita. Todo ello aderezado
con un gran ambiente de fiestas.
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Como niño que era, otro acto que recuerdo con cariño, eran las
piñatas, y no esas piñatas de hoy, de cartón y tiras, sino las auténticas,
hechas con una talla de barro repleta de caramelos y demás golosinas,
suspendida en el aire por dos cuerdas y que, uno de nosotros, con los
ojos tapados, intentaba alcanzar y romper con un palo mientras el
resto, nos apiñábamos a su alrededor, dispuestos para recoger lo
máximo posible. Hay una piñata, que nunca he podido olvidar, no sé en
que año ni quién la rompió, solo recuerdo que cuando estalló nos
quedamos todos asustados y despavoridos al ver cómo salía un gato
volando por los aires, todo manipulado y orquestado por una persona
que, para mí, forma parte imborrable de nuestras fiestas. Esta persona
era Evaristita.
De ella guardo un grato recuerdo, aunque algo agridulce, que si
me permiten les explico. “Agrio” porque si caías en desgracia de
ponerte enfermo, tocaba aquellas sufridas e interminables tardes en
casa, donde Evaristita era la protagonista.
Recuerdo que siempre le acompañaba aquél inquietante estuche
metálico, que guardaba aquella aparatosa jeringa de cristal y que
sacaba muy sigilosamente como si de un ritual se tratara y la ponía a
hervir en agua mientras charlaban y saboreaban el café en familia. Yo
alberga la esperanza de que se olvidasen de mí y continuaran con su
entretenida charla. ¡Qué inocente! A ella, Evaristita, se le dibujaba una
sonrisa traviesa en su cara mientras decía eso de “agarren al niño” y yo
salía corriendo hasta el último rincón de la casa, entre sollozos y gritos
de auxilio, que nadie parecía escuchar, para finalmente, sujeto por
alguien de mi familia, ella terminar asestando sin titubeo aquella
dolorosa inyección que parecía no tener fin.
Y “Dulce” porque Evaristita era de esas personas alegres, que en
cualquier actividad que se desarrollase formaba siempre el jolgorio. Era
una persona a la que gustaban las fiestas y hacer fiestas. Siempre se
las ingeniaba para estar rodeada de chiquillos y nos entusiasmaba para
participar en las múltiples tareas que había que hacer como era colocar
los cañizos en la plaza para protegernos del viento, colocar tableros
para una barra, limpiar la plaza antes y después de un acto,….. Y
después de cada tarea, siempre nos recompensaba con aquellos
deliciosos dulces y si no tocaba el huevo sancochado y las exquisitas
papas arrugás con su particular mojo verde.
Pregón Fiestas Ejido 2014
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Con la figura de esta mujer, Evaristita, quiero simbolizar y rendir
homenaje a todas las personas que, lamentablemente nos han dejado y
que, por la imprudencia de dejar a alguien sin nombrar, no me atrevo a
relacionar. Ellos trabajaron por el bienestar de nuestro barrio desde
sus distintos ámbitos como la Comisión de Fiestas, la Asociación de
Vecinos, el Ampa, el Consejo Pastoral y otras muchas actividades que
emanaban de todas ellas. ¡A todos ellos mi respeto y admiración!
También quiero mostrar mi respeto y admiración a los que aún
continúan afortunadamente entre nosotros, unos, ya alejados de la
actividad social pero que han sabido aportar y contribuir con su
esfuerzo al enriquecimiento de nuestro barrio y, los otros, que aún
siguen inmersos en las distintas actividades que se desarrollan en el
barrio, entre ellos, la Comisión de Fiestas, a la que me dirijo para
expresarle la importancia de su trabajo. Con su labor consiguen algo
más que hacer unas fiestas, continúan con un legado que se mantiene
desde hace 71 años, que atesora muchas vivencias, recuerdos y
sentimientos de un barrio, que refleja la grandeza y la humildad de su
gente, nuestra gente. Que han sabido seguir siendo fieles a los
orígenes de nuestras fiestas, a no permitir que se desvirtúen de sus
raíces, manteniendo su carácter religioso en honor a nuestros Santos
Patronos San Pedro y Nuestra Señora del Carmen, colaborando con la
Iglesia, y entre todos, preservar en cada edición, como si de un pacto
se tratase, la grandeza, la hermosura y majestuosidad de sus tronos,
como solo Ejido sabe hacer.
A Ejido, a mis vecinos, quiero transmitirles lo orgulloso que me
siento de haber nacido y pertenecido a este barrio y, desde el recuerdo,
quiero agradecer a mis queridos y desaparecidos padres, Fernando Gil
Suárez y Antonia Melián Ramos, el haberme criado en él y apoyarme
en todas las decisiones trascendentales de mi vida. Una de esas
decisiones fue presidir unas fiestas cuando contaba con tan solo 16
años, acompañado de un grupo de amigos del barrio, de mi misma
edad, siempre arropados y amparados por nuestros mayores.
También me siento orgulloso de, a mis 28 años, haber recogido el
testigo de llevar simultáneamente la Presidencia de la Asociación de
Vecinos y de la Comisión de Fiestas durante un periodo de 3 años,
junto a todo un equipo de hombres y mujeres, que intentamos dar lo
mejor de cada uno para el bien y el desarrollo de nuestro barrio.
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Por último, quiero exaltar el buen hacer de mis vecinos, que
siempre han contribuido y colaborado con la Comisión de Fiestas, más
aún en un año como este, tan difícil y complicado para todos.
Debemos valorar el esfuerzo de llevar y hacer realidad un Programa de
Fiestas añejo como el nuestro, un Programa de Fiestas calentito,
familiar, que respeta el gusto de su gente y que contiene algunos
clásicos como la ofrenda-romería, el levantamiento del arado, la
verbena del solajero con su paella, la noche de los fuegos, el bocadillo
de chorizo más grande, la caminata a Santa Rita y muchos más.
También aporta actos novedosos como la elaboración de alfombras de
sal o la Fiesta Rociera.
Por ello, animo a todos los vecinos a seguir adelante haciendo
gala de lo mejor que sabemos hacer con nuestras fiestas, que sirven
como punto de encuentro y unión entre nosotros, haciendo pueblo y
cultivando historia. Que disfrutemos juntos de los actos programados,
que hagamos derroche de ese sentimiento de familiaridad y
complicidad cariñosa del que siempre hemos gozado y que lo
compartamos con los amigos y todas aquellas personas que nos visiten
y que estas personas descubran unas fiestas atractivas no solo por los
actos que se desarrollen en ella sino por el júbilo y amabilidad que les
brindemos.
Solo me queda desear a todos unas felices y tranquillas fiestas.
Vecinos, que VIVAN Y QUE VIVAN PARA SIEMPRE LAS FIESTAS DE
EJIDO.
¡ALEGRÍA Y A PASARLO BIEN!
Muchas gracias y buenas noches.
En Ejido Telde, a 27 de junio de 2014
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