domingo, 23 de diciembre de 2012

Pastores, y no del Belén.




Los pobres pastores –los pocos que van quedando, y los menos que van a haber- echando cuentas a fin de año, cual balance económico, no hay uno que salga ganando; todos pierden. No gana, ni uno (salvo disgustos, multas, subidas de tensión arterial, etc.). Mal, muy mal le va al sector, desde que el miedo ambiente –la mano ejecutora y exterminadora del kabildo está acabando con ellos-. A punto está de
 desaparecer la profesión que lo fue de Abel, Abraham, Moisés, Jacob, David, Amós, Jesús..., y aunque simbólicamente: el Papa, los Obispos, los sacerdotes, etc. Pero lo gravísimo es, que los pastores-pastores, los de nuestras cabras y ovejas, todas –las que quedan- muy guapas, con zarcillos en las orejas. Y no es cosa de la sequía, como se pudiera pensar, que pasto ha habido, que de arder, incendios de mayor capacidad, no los hubieran habido, dada la cantidad de comida prohibida tocarla los animales, que a tal fin les traen forraje de fuera, reservando y protegiendo el nuestro, para nada. Y ello, cuando tenemos forraje para dar y vender, lo compramos fuera, o se muere el minúsculo y reducido rebaño si lo comparamos a apenas a cinco años atrás. Nada diga si nos remontamos a cincuenta años. Y, con tener el forraje gratis –regalo de Dios- hay que comprarlo tan caro fuera, que no es rentable y sabiendo que la leche, es más barata que el agua, la producción de estos animales, ya sea en lana, leche, carne, estiércol, etc., es una ruina, pérdidas por un tubo, y las mantienen por amor masoquista a la profesión, y porque es lo que siempre han hecho los pocos que a esto se dedican, y ya mayores, otra cosa no saben ni quieren hacer, aunque les dé pérdidas (lo hacen por amor, y necesidad). Ruina total, cuando en meses se duplica el precio de lo que se importa, teniendo como dije para exportar y de sobra, pero que te multan si coges algo de ello, porque escondido entre el pasto o la hierba se puede esconder una tabaiba, retama o verol invisible, pero que descubierto por los ejércitos del cabildo (su propia guardia, más el seprona y otros, es muy arriesgado segar un puño p´ las cabras u ovejas). Total, en la suma total, pérdidas y ruinas, porque si hablamos del grano (millo, que aquí ya no se planta ni para el gofio), ya es el imposible o acabose (aunque los animales, pueden vivir sin el maíz -por decirlo finamente-. Se da la contradicción siguiente: sube el agua embotellada, y baja la leche. Y no, no es rentable (ya incluso, no se molestan en ordeñar, sino que dejan las crías se mamen la leche de sus madres, sin más, que salen ganando en engordes y kilos, y en buena y mejor crianza (que luego no las quieren en nada). Sueltas las crías, para que se satisfagan a sus anchas, y tanto, que no se oye un balido, porque están saciados los corderos, baifos y becerros. Razones estas que preceden, que cada vez sean menos los animales lecheros que hay o tenemos, y cada vez menos los que se dedican a tan noble como ejemplar profesión, que desaparece, poco a poco a pasos alarmantes o agigantados. Resulta que los llaman sabios y hasta los premian con baratijas o copas de fantasías y latón, y luego no les tienen en cuenta, porque tienen técnicos, que nunca vieron antes una cabra y se moriría de hambre antes que sacarle una gota de leche una cabra u oveja teniendo éstas los ubres a reventar –por no saber ordeñar-, y son los que nos han traído a la situación actual. Tienen sobre ellos –además- una legislación, que los controla hasta en lo más absurdo, y de no cumplirlas, multas saladísimas; por si era poco, sin información previa, sino con artículos, leyes, reservas, declaraciones de zona, de protecciones y exigencias -¡y pague usted!-, estado de cosas que ha llevado ya a más de uno al suicidio, por abusos y acoso. Y, volviendo a las hierbas, que asilvestran y cierran el paso por todas partes -por el yerbazal que tenemos-, que no se puede ni caminar, y resulta que el ganado no puede pisar la tierra, ni rumiar yerba de aquí; por otro lado, ya ni se siembra nada de cara a los animales de leche, porque te prohíben hacerlo, por mor de una retama que pueda haberse nacido, y que invisible aún está protegida. Todo hay que importarlo, y nos están desgraciando y arruinando el kabildo, teniendo el prado más rico del mundo, los montes más hermosos del planeta, y las laderas más enjundiosas del globo. El Tabaibal cerrado a cal y canto, y espakistania y otros haciendo el agosto con este pueblo, que no se subleva y engañados se doblega con el carnaval, y así nada ve, y nada sabe, y si te oyen decir lo que antecede, te toman por loco. Y lo grave es, que de los pocos ganaderos –pastores (lo mismo pudiéramos decir de los agricultores)-, van a quedar menos, y casi se extingue y quedará un resto, que no sé si sobrevivirá. Es incomprensible el gobierno y el kabildo (este segundo sobra), viven dando la espalda e ignorando la agricultura y lo que nos ocupa –la ganadería-, algo irracional, sin sentido ni lógica alguna. Con el agravante que agricultura es para ellos: tomates y plátanos, ya en total declive; y la ganadería, se quedará en los perros. Solo piensan en el turismo, que nos ha traído a la que tenemos y va a seguir cayendo sin darse cuenta que el campo en esa doble vertiente (ganadera y agrícola), daría trabajo a todos y a tantos parados. Y encima nos engañan con cursos de agricultura, que se convierten en limpiadores de orillas de carreteras y en jardinería para el césped.



El Padre Báez.

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